Cesare Pavese es, sin duda, uno de los grandes escritores italianos del siglo XX. A este le tocó vivir la era del fascismo italiano, asimismo fue un activista que colaboró con la resistencia durante la Segunda Guerra Mundial. Pero, sobre todo, fue un escritor que denunció los crímenes del gobierno, como fue el caso de 11 jóvenes asesinados por los Camisas Negras poco tiempo después de la llegada al poder de Mussolini.
Era evidente que el gobierno sabía de Pavese y de sus ideas, así es que en 1935 la policía allanó la casa de su hermana, con quien vivía, y ahí se encontraron unas cartas escritas por Altiero Spinelli, un dirigente del Partido Comunista Italiano, a su novia.
¿Cómo llegaron esas cartas a su poder? Hay que decir que el joven novelista estaba enamorado de esta joven estudiante de matemáticas y que por ello le guardaba sus cartas comprometedoras. Dicen que la quería tanto que por ello se había ofrecido a servir de intermediario entre la pareja para que nadie sospechara. Cuánto amor le tenía a esta joven que decidió no delatarla ante las autoridades para protegerla y que por ello lo sentenciaron a tres años de cárcel.
A causa de sus problemas de asma es liberado cuando apenas llevaba un año de encarcelamiento. Hay que decir que su paso por la prisión fue importante; durante ese año comenzó a llevar su diario, que sería fuente de inspiración para sus cuentos y novelas. Su diario se encontraba lleno de ideas melancólicas.
Durante dicha temporada finalizó su primer libro de poemas, Trabajar cansa, el cual fue publicado en 1936. Estos poemas son en realidad pequeñas historias que tratan la vida de hombres comunes y corrientes. Los personajes de Trabajar cansa hablan de sus antepasados, se imaginan romances mientras pasean por las calles de su pueblo, se aferran a las ilusiones o tienen recuerdos muy intensos cuando escuchan pasar una carreta a lo lejos. Pero sobre todo, en este libro hay reflexiones llenas de tristeza y resignación.
Se cree que durante su prisión, el poeta se preguntaba si Tina valoraría su decisión de no delatarla. Sin embargo, Pavese salió libre sólo para encontrarse con que Battista Pizzardo, como en realidad se llamaba "Tina", estaba a punto de casarse. Por esos días, Cesare escribió en su diario: "Las mujeres mienten, mienten, mienten siempre y a toda costa. Y no hay que asombrarse: tienen la mentira en los mismos genitales".
Pero hay que decir que esa misoginia no provenía de esta desilusión; como han notado los estudiosos de su obra, Pavese siempre tuvo un trauma que venía desde su infancia: "Hay algo en mis recuerdos de muchacho que no tolera la ternura carnal de una mujer". Sí, no cabe duda de que la desilusión era su tema, su obsesión y hasta su destino, pero también sufría una enorme frustración que lo alejaba del amor.
Pavese continuó escribiendo. Fue lo único que nunca lo desilusionó. Hay que decir que su vida fue una búsqueda a través de la palabra, ya que se buscaba a sí mismo, pero también buscaba cómo terminar con la soledad.
En 1947 conoció a Constance Dowling, una joven actriz estadounidense que se encontraba en Italia filmando una película titulada Addio Mimí! Cesare se enamoró de inmediato de sus ojos cafés y de su pelo rubio, pero sobre todo de su inteligencia. Sin embargo, la actriz llegaba a Italia para olvidar al director Elia Kazan, con quien llevaba una relación sumamente tormentosa en Estados Unidos. Durante mucho tiempo, el poeta le rogó, le imploró, le dijo de todos los modos posibles que quería casarse con ella, pero Constance decidió casarse con otro.
No hay duda de que éste fue el fracaso más terrible de su vida. Finalmente, todas esas ideas en torno al suicidio que tuvo a lo largo de los años se materializaron. La noche del 26 de agosto de 1950, alquiló el cuarto 346 del Hotel Albergo Roma. Ahí, leyó algunas páginas de su libro Diálogos con Leucó, que era el que más le gustaba de los que había escrito.
Entre sus páginas dejó escritas una palabras: "Perdono a todos y a todos pido perdón. No murmuren demasiado". Unos días antes había escrito en su diario su última decisión: "Todo esto da asco. Basta de palabras. Un gesto. No escribiré más". Dicen que entonces tomó su maleta, en donde llevaba una bolsa con 16 paquetes de somníferos.
Al otro día, el camarero del hotel encontró a Cesare Pavese dormido para siempre. A su lado tenía unas hojas con sus últimos poemas, los cuales hablaban de la paz que traía la muerte: "Estás tendido bajo la noche/ como un cerrado horizonte muerto./ Pobre corazón sobresaltado,/ en un tiempo lejano eras el alba".