El escritor Truman Capote fue una de las inteligencias más agudas e irónicas de Estados Unidos, así que cuando alguien lo conocía en persona, su presencia generaba asombro pues nadie esperaba un frágil físico con una voz aguda y débil. Digamos que la idea que una persona se podía formar de este al leer sus libros no cuadraba con lo que veían.
De este podemos decir que tuvo tres grandes etapas en su vida. Primero estuvo la de su niñez y juventud, cuando fue un incomprendido y hasta un indeseado en su familia, pero que gracias a su confianza en sí mismo supo que podía ser un gran escritor.
La segunda (y crucial) fue el momento en que se dio cuenta de que estaba frente a una de las grandes oportunidades de su vida: el asesinato de la familia Clutter, el 14 de noviembre de 1959, en Holcomb, un pequeño pueblo de Kansas; y, finalmente, su vida como celebridad mundial que, ciertamente, lo trajo más sufrimientos y remordimientos que otras cosas. Dicen que nunca sufrió tanta soledad y tanta frustración como cuando fue famoso.
Quizá, su frase más célebre es ésta: "Soy alcohólico, soy drogadicto, soy homosexual, soy un genio". Pero tal vez a esto podríamos agregar que también muy atormentado, lo que tal vez tuvo origen en su infancia.
Truman Capote en 1971. Foto: The New York Times
Hay que decir que su padre, Arch Persons, era un estafador que hizo creer a la bella Lillie Mae Faulk (su madre) que era un empresario exitoso. Cuando ella ya estaba embarazada de Truman, se dio cuenta de que no era más que un perdedor lleno de ambiciones. De ahí que en realidad haya odiado a su hijo desde antes de nacer. Dicen que nunca confió en él ni en su talento.
Por eso, cuando Truman se volvió famosísimo con su novela A sangre fría, lo primero que hizo fue ir a dejar sobre la tumba de su madre un ejemplar, para demostrarle que sí tenía el talento que ella le negaba. El que sí creía en la genialidad de Truman era Arch, su padre. Una vez, cuando ya era toda una celebridad, se tomaron una foto, y él comenzó a venderla como postal.
Cuando Truman tenía 3 años, Lillie conoció a Joe García Capote, un cubano que, a diferencia de Arch, sí tenía futuro en los negocios. Joe se enamoró de Lillie y aceptó a Truman. En tanto, Truman le agradeció su afecto usando el segundo apellido de su padrastro. Desde su primer libro hasta su última novela, que quedó inconclusa, firmó con mucho orgullo: "Capote". Pero el libro que firmó con más emoción fue A sangre fría.
Fue tanto el éxito que obtuvo pudo comprarse lujosos carros y dos mansiones, además de mantener un caro ritmo de vida. Fue entonces que además agregó alcoholismo y drogas a su propia vida.
Sus amantes solían ser jóvenes heterosexuales a los que prácticamente compraba. Aunque él los presumía como sus "trofeos", la verdad es que pasaba mucho tiempo pensando cómo mandar golpear a sus amantes o ideando cómo ponerles una bomba en su coche. En la última etapa de su vida, su compañía era el alcohol, pero sobre todo las pastillas para la ansiedad. Era tanto su nivel de intoxicación que muchas veces ni siquiera se acordaba de haber hablado en televisión o de haber dado entrevistas.
Cuando murió, ni siquiera tenía 60 años, pero ya estaba completamente destruido por las drogas. Dicen que tenía muchos remordimientos porque su fama se la debía a dos asesinos que le contaron su vida, y que él sólo deseaba que los ejecutaran cuanto antes para poder publicar su novela.