El día en que Albert Camus supo que había ganado el Premio Nobel de Literatura la primera persona en la que pensó fue su madre, Catalina Elena Sintes, su gran motor, y es que a pesar de ser analfabeta y casi sorda, por ella había podido alcanzar la máxima presea a la que un escritor podía aspirar.
La historia de Catalina Sintes es una de esas que suelen quedarse grabadas en la memoria por lo que implica. Fue una de esas madres que lo dio todo por sus hijos.
Camus no se hubiera convertido en el hombre y en el escritor que hoy en día podemos disfrutar sin el tremendo esfuerzo que hizo su madre.
Albert Camus nació en Argelia el 7 de noviembre de 1913. Su padre, Lucien Camus, fue uno de los colonos franceses que decidieron ir en busca de El Dorado. Allí conoció y se casó con Catalina Elena Sintes, una española procedente de Mahón, que había emigrado a Argelia con su familia.
El escritor fue el segundo hijo de este matrimonio y tan solo unos meses después de que naciera, su padre fue movilizado y murió en la Primera Guerra Mundial como consecuencia de las heridas que le causó en la cabeza la esquirla de un obús.
Después de esta tragedia, su madre decidió instalarse provisionalmente (aunque en realidad fue de forma definitiva) en casa de su madre en Argel. Por lo tanto, Albert Camus pasó desde los 8 meses hasta los 17 años en aquella casa ubicada en el barrio Belcourt.
Pero la historia de Catalina Sintes y de Albert Camus apenas empezaba, pues después de quedar viuda su salud mermó pero esto no impidió que ella le brindara a sus hijos lo mejor que podía darles, aunque esto representara más sacrificios.
Albert Camus creció en el seno de una familia en la que no se leía ni escribía, pero su madre decidió que no quería lo mismo para sus hijos así que decidió que tomarían la beca que les ofrecían a los hijos de las víctimas de la guerra.
Esta decisión cambió el destino de aquel pequeño, pues fue así como tuvo contacto con los libros y el mundo de las letras.
El escritor narró que su madre nunca pudo leerle cuentos en su infancia y que cuando él regresaba de clases ella acaricia sus libros como si atesorara su futuro, lo que a él lo motivaba aún más pues él quería compartir lo que aprendía con ella de alguna forma.
Catalina Elena Sintes no podía enseñarle nada a Albert Camus sobre el mundo de la academia, pero alimentó su curiosidad y siempre lo apoyó para que aprendiera más sobre lo que él quisiera. Ella siempre puso comida en la mesa para que sus hijos disfrutaran de lo que ella jamás había podido hacer: leer y escribir.
Su madre sabía que cada sacrificio que hacía para que Albert y su hermano fueran a la escuela valía la pena, pues les estaba abriendo un nuevo mundo, uno lleno de posibilidades, y sin lugar a dudas esto fue así.
Entre el pequeño Albert que iba a la escuela con un gran esfuerzo porque apenas y les alcanzaba para comer y el aclamado escritor que recibió un Premio Nobel siempre estuvo presente Catalina Elena Sintes, su gran motor.
Tristemente cuando Camus murió en un accidente automovilístico en 1960, su madre, aquella mujer que había librado grandes batallas por tantos años, apenas le sobrevivió un mes pues una parte de ella ya se había ido y su ganas de seguir luchando simplemente se hicieron trizas.