Hoy hablaremos de Amado Nervo, el poeta nayarita que murió en 1919 en Montevideo, Uruguay, a los 49 años. Este autor, que fue el más popular de América cuando murió, escribió unos versos completamente estremecedores: "¿Mi secreto? Te lo diré al oído: / ¡estoy enamorado de una muerta!".
Fue un gran seductor, que sabía que era admirado en todas partes, que contaba con miles de lectoras que lo admiraban en España y en toda América. Pero este poeta tan público tuvo dos amores secretos, de los que no supo nadie hasta que ya tenía varios años de haber muerto.
El primero de ellos fue la famosísima "amada inmóvil", a quien le dedicó el libro que lleva este título. Se llamaba en realidad Ana Cecilia Luisa Dailliez, y el poeta la conoció en el Barrio Latino de París en 1901. Quién sabe por qué ese día que se conocieron, los dos se dieron cuenta de que ese amor era para siempre. Pero, curiosamente, ese amor era uno más de los misterios de Nervo.
A nadie le dijo que Ana Cecilia existía, nunca le habló de ella a sus amigos, es posible que ni sus propios familiares hayan sabido de su existencia. Dicen que si viajaban, lo hacían por separado para que nadie los viera juntos. ¿Por qué decidieron vivir este amor secreto? Hasta ahora nadie ha podido resolver el enigma.
Amado Nervo. Foto: Zenda
Una de las grandes tragedias de la vida de Nervo fue cuando Ana Cecilia enfermó, en Madrid, y murió en 1912. Entonces, el poeta se quedó a cargo de la hija que su amada le había dejado. Esta niña hermosísima fue la razón de que Nervo no cayera en la desesperación y decidiera vivir.
Desde entonces, se dedicó por completo a cuidarla, a enseñarle la vida. Era inevitable que entre ambos se diera un amor de lo más profundo. No podían no quererse: Margarita era la más hermosa, la más sensible, la más alegre. Y, por su parte, Nervo era el hombre más leído de la lengua española, al que todas las mujeres de su tiempo idolatraban.
Cuántas de ellas no quisieron tener un romance con él, cuántas no suspiraban con sus poemas y cuántas no le guardaron un amor hasta la muerte.
Ana Cecilia Luisa Dailliez en Madrid, 1910. Foto: Cervantes Virtual
Margarita tenía quince años y Nervo 45 cuando él le declaró su amor. No era su hija, ni llevaba el apellido Nervo. No obstante, él era lo único que ella tenía en la vida.
Y, a pesar de todo, Margarita le contestó: "¿Cómo decir te quiero sin añadir: papá?" ¡Pobre Nervo! Pobre de este poeta que nada más estaba acostumbrado a escuchar "sí" en todas las mujeres.
En 1918, el poeta decidió traer a Margarita a México, en donde vivían sus dos hermanas solteronas, Concha y Elvira Nervo. Con ellas, Margarita encontró una familia. Nervo viajó a Argentina, donde murió poco después.