Todo lo que se sabe sobre la ciudad vieja de Estambul proviene de las memorias de sus gentiles habitantes: historiadores, comerciantes, y afortunadamente, pintores como Hoca Ali Rızam, quien dedicó su vida a retratar el fabuloso entorno de la metópoli, especialmente Üsküdar, su comunidad de origen.
Hoca Ali Rıza nació en 1858 en Üsküdar, Estambul, aunque algunas notas personale que dejó a Süheyl Ünver, el famoso historiador de este lugar afirman que nació en 1857 o 1864.
Fuente: HiSoUR Arte Cultura Historia
Como el hijo de Mehmet Rüştü Bey de Üsküdar, un comandante de caballería que era un calígrafo islámico aficionado, creció en el seno de una familia de burócratas otomanos civiles o militares y aficionados a las artes que siempre apoyaron la ilusión de Ali Rıza a decdicarse al arte de la pintura como profesionista.
Desde la escuela, solía hacer dibujos en sus libros escolares que nunca tiraba y le inspiraron sus obras del futuro, todas resguardadas en sus notas que lo acompañaron hasta el final de su vida.
En 1878, Ali Rıza se matriculó en el Mekteb-i Harbiye, donde logró establecer un taller de pintura, posteriormente se graduó de la Escuela Militar de Kuleli, donde recibió lecciones de los profesores Osman Nuri Pasha, uno de los primeros pintores-soldados, Süleyman Seyyid y Monsieur Kes.
En 1881, todavía estando en la escuela, fue premiado por el sultán Abdülhamit II por sus esfuerzos artísticos, lo que le dió un renombrado éxito a sus talleres y galerías, difundidas apenas a sus 23 años.
Un año después se graduó con el rango de teniente y popularmente conocido bajo el apodo de Hoca, que significa profesor o conferencista, y reflejaba su trabajo de toda la vida como profesor de arte en escuelas civiles y militares.
Al poco tiempo, y con una reputación ya cimentada en su país, llegó a Nápoles en Italia, donde se instaló como artista de la corriente impresionista gracias a sus habilidades y a su estética observación de los callejones evocadores del centro histórico. Se convirtió en pintor jefe de la imprenta de una Escuela Militar local y preparó tres libros de dibujo para ayudar a los estudiantes militares a desarrollar sus habilidades de dibujo.
Pero debido a la epidemia de cólera generalizada de la ciudad en ese momento, se complicó su estancia y regresó a su país, donde empezó a crear bocetos de los monumentos arquitectónicos que a su vez resultaban en una colorida exploración de toda la era otomana. Para 1891, su reputación de maestro estaba establecida. Comenzó a practicar con la cerámica y a realizar pinturas de guerra.
En 1895, mientras creaba diseños de textura para la cerámica de la Real Fábrica de Cerámica, conoció a Fausto Zonaro, el famoso pintor orientalista, con quien compartió el honor de ser dos de los más cotizadores artistas de la época.
Fuente: Sakip Sabanci Museum
El soldado-pintor era famoso por su rapidez en la realización de dibujos al carboncillo y acuarelas, revelándose como un verdadero impresionista, y como muchos impresionistas, amaba el aire libre y dibujaba paisajes. Por lo general, eligió ubicaciones en el Bósforo o cerca de él. Interpretó la vida y los paisajes de la ciudad en barrios antiguos como Bebek, Arnavutköy, Burgazada, etc. Sin embargo, su lugar más querido era Üsküdar, su comunidad de origen.
En 1908, tras la revolución y con muchos encargos bajo su tutela, Hoca Ali Rıza se convirtió en el presidente de la Asociación de Pintores Otomanos. Más tarde se retiró del ejército y en parte de su oficio de pintar por razones de salud, y decidió comenzar a trabajar como profesor de pintura en varias escuelas, incluida la Escuela de Arte para Niñas, la Escuela de Arte para Niños y la Escuela de Niñas Çamlıca, donde enseñó del impresionismo, la técnica del color, y las formas de observación que inspiran ciertos paisajes urbanos.
Hoca Ali Rıza vivió modestamente en una casa de alquiler en Üsküdar durante toda el resto de su vida, administrando su único ingreso que era el salario como maestro.
Aunque se dice que hizo más de 5 mil pinturas y dibujos en su vida, nunca vendió ninguno, ya que además de considerarlo un oficio para su vida militar, estaba demasiado avergonzado como para negociar por un cuadro, por lo que era muy común que regalara sus pinturas a las personas que amaba.
Ali Rıza inauguró su primera exposición individual en 1909 en el salón del puerto de Üsküdar.
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Murió el 20 de marzo de 1930, y sus hijos realizaron una exposición retrospectiva después de su muerte. A lo largo de los años, y debido a su gran historia de vida, el arte de Hoca Ali Rıza ha sido elogiado póstumamente y considerado una parte importante de la historia del arte turco moderno.