Desde hace tiempo, Bronislaw Zajbert, sobreviviente del Holocausto, buscaba escribir sus memorias, pero no fue hasta este año que las mismas pudieron materializarse.
Su esposa Zina Rapoport lo apoyaba con esta idea y lo motivaba a que lo hiciera, pero su fallecimiento puso en pausa el proyecto.
En 2019, de la mano de dos mujeres, la Dra. Yael Siman y la Mtra. Karen Rayek, fue que Broni retomó su idea y así, a lo largo de los últimos tres años, incluyendo el encierro por la pandemia, fue que se reunían periódicamente para que este pudiera contarles su historia de cómo sobrevivió en el gueto de Lodz, Polonia, durante el Holocausto.
Dichos encuentros dieron lugar a que Bronislaw Zajbert relatara sus recuerdos de niño, tanto los que tenía muy frescos como los que estaban enterrados en lo más profundo de su memoria.
En Mi nombre es Broni este hombre, que actualmente tiene 89 años, relata cómo su familia vivió en la cocina de un departamento compartido con otras familias en uno de los barrios más pobres de Lodz, al que los judíos fueron obligados a trasladarse en 1940.
Broni, junto con su hermano y sus padres, sobrevivieron, pero por dicho gueto pasaron alrededor de 200 mil judíos y cuando fueron liberados por los soviéticos solo quedaban 877. Menos de mil sobrevivientes podrían, algún día, dar fe de todo aquello que vivieron y eso fue precisamente lo que Broni hizo sin tapujo alguno.
Al preguntarle a Broni sobre el mayor sacrificio que, en aquel momento hicieron sus padres, contesta que fue protegerlos incondicionalmente a él y a su hermano Ignacio.
“Recuerdo como especialmente significativo cuando sacrificaban parte de su mínima comida para darnos algo más a nosotros y con ello ayudar a nuestras posibilidades de sobrevivencia en condiciones infrahumanas”.
La guerra, literalmente, truncó la infancia de Bronislaw Zajbert, pero como narra a lo largo de su libro esta no le impidió seguir disfrutando de la vida, tanto que actualmente está contando de viva voz todo aquello.
Al ser cuestionado sobre cómo una persona puede reinventarse después de vivir algo de semejante naturaleza y cómo es que siguió adelante su camino, su respuesta pone en perspectiva todo.
“No considero que me reinventé, soy la misma persona antes y después del Holocausto. Tampoco creo que a mi corta edad fuera yo del todo consciente de lo que pasaba. Sin embargo, con el tiempo, y el hablar de ello continuamente con mi familia, pude superar estas experiencias tan dolorosas”.
Respecto cómo es que Broni llegó a México resulta que un hermano de su madre, periodista que había sido parte de la resistencia francesa y que vivía en este país, sirvió de conducto para que la familia pudiera dejar Polonia.
Así salieron rumbo a su primer destino: Venezuela, donde aún vive su hermano. Años más tarde, en 1960 se casó con Zina Rapoport y se mudó a la Ciudad de México. Estudió ingeniería química y trabajó en la fábrica de chicles Adams.
Después de varios años trabajando decidió abrir, junto con su esposa, la pastelería Hannah, la cual se especializa en postres para diabéticos. Tiene una hija y un hijo, seis nietos y tres bisnietos, por lo que la vida de Bronislaw Zajbert quedó lejos de aquel oscuro lugar del que habla en Mi nombre es Broni.