El Cubismo fue un movimiento artístico que nació en Francia entre los años de 1907 y 1914.
Estuvo encabezado por los famosos artistas Pablo Picasso, George Braque, Juan Gris, entre otros; pero con anterioridad, Paúl Cézanne ya habría marcado el camino, quien rompió la corriente del impresionismo.
En esencia, el movimiento cubista establece, por primera vez en la historia, una auténtica ruptura con el arte occidental que, hasta entonces, se basaba en la imitación de la naturaleza y en la idea de belleza, lo que supuso entonces un gran escándalo, sobre todo entre los más conservadores.
Sin embargo, a pesar de contar con grandes nombres, hay otros que han quedado como pié de nota en el recuento.
Con esto en mente, conoce con nosotros a 4 artistas cubistas imperdibles que no brillaron como Picasso, Braque o Gris.
María Blanchard
La pintora española María Blanchard es considerada la gran dama del cubismo.
Blanchard tenía joroba a consecuencia de la caída que sufrió su madre embarazada, al bajarse de un coche de caballos, y esta deformidad resultante de una cifoescoliosis con doble desviación de columna, condicionó parte de su vida, pero no su obra.
La artista hizo su vida en Francia; en 1910, acudió a la academia de la pintora rusa María Vassilief, donde finalmente conoció el cubismo, y dos años más tarde, se instaló en el barrio de Montparnasse, donde compartió casa y estudio con Diego Rivera y Angelina Beloff, arrancando su gran trayectoria artística.
A pesar de ser olvidada por la historia, fue una artista capaz de dibujar una “vida apasionante” desde el destierro íntimo al que le lleva una enfermedad degenerativa.
Liubov Popova
Liubov Popova, la “artista-constructora” como la llamaban sus contemporáneos, fue una de las principales campeonas del arte abstracto en Rusia y una de las más destacadas de la vanguardia rusa de principios del siglo XX.
Liubov nació el 24 de abril de 1889 cerca de Moscú. Después de graduarse en el Arseniev Gymnasium, estudió arte con Stanislav Zhukovsky en 1907 a lado de Konstantin Yuon e Ivan Dudin.
Tras su titulación en 1909, emprendió el oficio de viajera de 1909 a 1911, donde conoció el trabajo de Mikhail Vrubel en Kiev, las antiguas iglesias rusas e íconos en Pskov, y Novgorod, y el arte del Renacimiento temprano en Italia, temas que influenciaron definitivamente su propia perspectiva del color y el arte.
Al día de hoy, Popova es recordada como el modelo a seguir de una mujer artista visionaria cuyas innovaciones abarcaron una vertiginosa variedad de medios, y que, armada con un intelecto poderoso, logró forjar su propio camino, navegando por un terreno extremadamente difícil en un momento en el que el arte y la política estaban indisolublemente unidos.
Navegó su propia vida con el objetivo nada menor que la transformación de otras, y parece que lo logró.
Aleksandra Exter
Pintora de indudable originalidad e igualmente gran constancia de creatividad, Alexandra Exter es la artista a la que debemos el nacimiento de la pintura constructivista en Rusia.
Atraída por la perspectiva de un nuevo arte decorativo basado en los principios cubofuturistas, estuvo en el origen de las primeras exposiciones de arte decorativo moderno. A partir de entonces desarrolló su extraordinario talento en el campo de la escenografía.
Su originalidad constructiva y la variedad de sus invenciones pictóricas son tales que los críticos de arte acostumbrados a clasificar las obras basándose en clichés de “estilos geométricos” quedan desorientados.
Muy apreciada tanto en lo personal como en lo artístico, Madame Exter, como se le conoció tanto en Moscú y San Petersburgo, tuvo un papel clave en la constelación modernista en Rusia, participando en la mayoría de las exposiciones que marcaron el auge de la pintura.
Sophie Tauber-arp
Sophie Taeuber-Arp hizo de todo -- diseño textil, instalaciones, danza, decoración de interiores— en un momento en que la idea del “artista multidisciplinario” aún era revolucionaria.
Sophie nunca tuvo una relación exclusiva con una disciplina; pintora, arquitecta, docente, editora de revista, diseñadora textil, titiritera, bailarina y creadora de absurdos objetos dadá, el legado de la artista suiza radica en su versatilidad, innovación y experimentación intrépida.
Pionera de la vanguardia francesa, investigó las intersecciones del arte abstracto, la artesanía y el diseño, y demostró que, en la práctica, tales distinciones no tienen por qué existir.
Forma parte de un grupo de artistas muertos, principalmente mujeres y personas de color, cuyos legados están bajo un renovado escrutinio por parte de museos y galerías con la esperanza de llenar los espacios en blanco de la historia del arte.