En la historia del arte de principios del siglo XX existió la École de Paris, que se refiere no solo a los franceses, sino principalmente a artistas de diferentes países que trabajaron en París en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial, que entre ellos hubo un representante muy interesante, Moïse Kisling, nacido en Cracovia, Polonia, en 1891, muy relacionado con Modigliani.
Kisling fue un artista muy prolífico que dejó montones de obras de arte, sin embargo, los museos polacos solo poseen 4 de sus obras.
Es como en el caso de Tamara Łempicka, pintora polaca cuyos cuadros son muy demandados por coleccionistas privados mientras que los museos apenas poseen alguno.
Estudió en la Escuela de Bellas Artes de Cracovia con Jozef Pankiewicz (1866-1940), admirador de Auguste Renoir y de los impresionistas franceses, quien animó a Kisling a ir a París. Kisling, en Montmartre y Montparnasse, conoció a los poetas Max Jacob y André Salmon, los pintores Georges Braque, Pablo Picasso, Chaim Soutine, Marc Chagall y Amedeo Modigliani.
En 1911-12, Kisling pasó casi un año en la ciudad de Céret, que se hizo famosa por el avance del paisaje expresionistaí. Picasso, el pintor cubista Juan Gris y Max Jacob, el primer compañero de habitación de Picasso durante sus días de pobreza en París, también estuvieron presentes durante la estancia de Kisling.
Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, Kisling se ofreció como voluntario para servir en la Legión Extranjera Francesa y Kisling gravemente herido en 1915 en la cruenta batalla del Somme, por lo que obtuvo la nacionalidad francesa.
Moise huyó de Francia durante la ocupación nazi, exhibiendo en Nueva York y Washington, y luego instalándose en California. Permaneció en Estados Unidos hasta 1946, cuando regresó a Francia.
El estilo de pintura de Moise fue influenciado temprano por Cezanne y el cubismo, pero se volvió cada vez más fluido y colorido. El paisaje y la naturaleza muerta siempre ocuparon un lugar destacado en la obra del artista.
Los temas frecuentes incluyeron desnudos, niños y retratos de personas en las artes, entre ellos actrices, la escritora Colette y la pintora Marie Laurencin, por cuyo estilo, algunas de las pinturas de Kisling parecen influenciadas.
Su retrato de una modelo femenina, "Kiki de Montparnasse con suéter rojo", de 1925 por ejemplo, es a la vez realista y estilizado, suavemente mezclado, pero algo soñador y de otro mundo, con énfasis en los contornos de la forma.
Asimismo, las pinturas de flores de Moise fueron bastante expresivas y una parte importante de su obra.
Curiosamente, la mayoría de ellos parecen inusualmente limitados, ya que, como Kiki, se aferran al eje central de lienzos muy verticales como si se aferraran a la vida.
Con el sentido dual de Kisling de un color bastante fuerte opuesto a la constricción compositiva, sus pinturas tienen algo muy importante que decir, tal vez de una personalidad enredada temerosa de ir más allá de sí misma hacia el mundo.
El legado de Moïse no son solo retratos e imágenes de la llamada generación “perdida”, sino también paisajes, bodegones e ilustraciones de libros almacenados en diversos museos y colecciones privadas del mundo.
Murió en Sanary-sur-Mer, Francia, en 1953.