¿Hace cuánto que no lees un buen cuento, uno de esos que te transportan, casi por arte de magia, a otro mundo del que sencillamente no quieres salir?
Bueno, precisamente por esto y porque la vida ha tomado otro ritmo, uno más acelerado, es que queremos hablar sobre tres grandes cuentistas mexicanas que puedes leer cuando tengas un rato libre.
Amparo Dávila, Mónica Lavín y Elena Garro y sus historias breves son, en pocas palabras, una verdadera delicia y hallarás en las mismas un gran escape.
Por acá te decimos un poco más sobre ellas, pero recuerda que siempre lo ideal es que las leas y tú decidas al final si realmente son tan buenas como aseguramos.
AMPARO DÁVILA
Amparo Dávila es considerada la maestra y pionera del cuento fantástico mexicano, así de sencillo.
Fue una de las más queridas y respetadas cuentistas mexicanas gracias a que sus relatos se aproximan al horror con temas como la locura y la muerte, quedando inmortalizados en los clásicos Tiempo destrozado (1959), Música concreta (1964) y Árboles petrificados (1977).
Sus cuentos, de extraños y salvajes huéspedes, espejos que no reflejan, hombres que ven a su propio cortejo fúnebre avanzar por la ventana, de árboles petrificados en el tiempo, y de seres inciertos que chillan al ser cocinados, han fungido como relatos tutelares de numerosos escritores mexicanos.
ELENA GARRO
Definitivamente los cuentos de Elena Garro no han sido lo suficientemente valorados y por eso quisimos hablar de ella.
Desde niña, Elena mostró un poder imaginativo excepcional y fue a través de los años que este logró florecer. Cuando se casó con Octavio Paz en 1937, su vida cambió drásticamente, historia que casi todo mundo conoce.
Elena Garro se inicia en el mundo de las letras a través del periodismo, en la revista Así, pero escribió de todo, se hizo camino gracias a su gran esfuerzo.
En 1964 apareció su gran colección de cuentos La semana de colores, con 13 relatos que renovaron la cuentística hispanoamericana.
Garro logró lo que pocos pues a través de ellos introdujo innovaciones estructurales, temporales y del lenguaje como en La culpa es de los tlaxcaltecas, donde exploró, a través del juego intertextual, el tema de la caída de Tenochtitlán, propuso la abolición del tiempo cronológico histórico y diseccionó la conjunción de dos cosmovisiones que se entrecruzaron y fusionaron.
MÓNICA LAVÍN
La trayectoria de Mónica Lavín empezó precisamente con los cuentos y tal vez es que por eso que los suyos son inolvidables.
Dicho género resulta para la escritora, de 66 años, algo sencillamente fascinante debido a que en un cuento todo es muy ajustado, no debe sobrar nada, no debe faltar nada y siempre se debe de contar con un enfoque muy claro para narrar incisivamente.
Entre sus mejores libros destacan Cuentos de desencuentro y otros (1986), Nicolasa y los encajes (1991) y Retazos (1995).