Abidin Dino no solo fue un llamativo dibujante y pintor del arte moderno turco, fue uno de los intelectuales más prolíficos del arte de su país, testigo de dos guerras mundiales y sobreviviente de dos períodos de exilio.
Sin embargo, en lugar de detenerse en su pasado, el artista estaba ansioso por vivir en el presente y soñar con el futuro, representando diversidad y versatilidad en una deslumbrante variedad de creatividad.
Nacido el 23 de marzo de 1913 en Estambul, como el quinto hijo de un director de cuentas públicas, desde muy joven embarcó en su vida nómada, ya que la familia se trasladó a Ginebra. En 1920, su familia decidió mudarse a París, pero cinco años después, la familia abandonó Francia para regresar a Estambul vía la isla griega de Corfú, entonces bajo ocupación italiana, lo que ocasionó la muerte primero de su padre y luego a su madre.
Hands Series. Fuente: Artam
Para sobfevellar esta vida ambulante y sin rumbo fijo, Dino dedicó todo su tiempo al dibujo, la pintura y los dibujos animados. Más tarde, dado su éxito y las relaciones comerciales que le había heredado su padre, consiguió trabajo en Yarın, el periódico de oposición de esos días, donde dio a conocer sus primeras obras que comenzaron a resonar entre su nación.
En su tiempo libre, además de envolverse entre sus pequeños cuadernos, Dino recorría los fumaderos de opio junto con su hermano Arif Dino, dibujando, ilustrando y escribiendo textos. Con el éxito que gozaba el periódico de opisición, muy pronto, sus ilustraciones y artículos fueron econtrando lugar ahora en la revista de artistas dirigida por Fikret Adil.
Entendiendo que había atraído muchos lectores gracias a su trabajo gráfico, juntó sus impresiones sobre la sociedad contemporánea y publicó su libro Sesini Kaybeden Şehir (La ciudad que perdió su voz), publicado por Remzi Publishing House en Estambul. En 1933, Dino participó en la exposición organizada por Verein der bildenden Künstler en Viena, junto con Cemal Nadir y otros dibujantes turcos.
Tras el éxito de la muestra, el pintor turco se juntó con Cemal Tollu, Elif Naci, Nurullah Berk, Zeki Faik İzer y Zühtü Müridoğlu, con quienes fundó el D Group, que describió como “el primer grupo de pintura de vanguardia en Turquía”. En octubre de ese mismo año, el conjunto tuvo su primera exposición en la tienda de sombreros Mimoza en la planta baja del Centro Narmanlı en Beyoğlu, de Estambul, que lo juntó con otros maestros creativos, como el director de cine soviético Sergei Yutkevich, que estaba en Estambul y lo invitó a Leningrado, donde Dino participó en la realización de la película Miners como decorador y artista.
Mientras vivió en la Unión Soviética, Dino volvió a trabajar con Sergei Yutkevich en la película El hombre de la pistola, expandiendo su legado artístico hacia el séptimo arte, no obstante, en la nación gobernada por Stalin, los exilios y las ejecuciones eran cada vez más frecuentes, lo que hacía que el país fuera peligroso para todos, por lo que el artista huyó a París, donde mantuvo estrechas relaciones con los círculos artísticos de la ciudad, y especialmente con Tristan Tzara, Pablo Picasso, Gertrude Stein, Jean Cocteau y André Malraux, amistades que hicieron una contribución importante al reconocimiento del arte turco.
A la par de su pintura y su trabajo teórico, Abidin Dino diseñó los decorados y el vestuario de la ópera de Gertrude Stein, quien además lo introdujo al realismo socialista y al surrealismo mientras abordaba sus sentimientos políticos que siempre lo empujaron a expresar los valores de la vida y el trabajo humano.
La cualidad de Dino de ser un ciudadano del mundo y de poder llevarse bien con personas de cualquier país o credo empataba su cualidad pictórica, con lo cual fue abriéndose camino como uno de los artistas más polifacéticos de Turquía.
Dino regresó a Estambul para su servicio militar, donde también fue creativo en diversas ramas del arte, especialmente en la pintura.
Hacia la década de 1940 y 1950, Dino fue seleccionado para ser el decorador y consultor de arte de los dos pabellones turcos que se prepararán para la feria de Nueva York. Pero no pudo ir porque no obtuvo su pasaporte. En cambio, contribuyó al contenido y diseño de las revistas Ses, Yeni Ses, Yeni Adam, Servet-i Fünun y Yeni Edebiyat junto a Avni Arbaş, Nuri İyem, Selim Turan y algunos otros artistas jóvenes.
Tomándolos bajo su brazo docente, Dino fundó Liman Grubu (The Port Group), que inauguró una exposición sobre los trabajadores portuarios, donde el artista estudió las contradicciones y vínculos de lo estético y lo político, de lo abstracto y lo concreto, creando grandes diseños inspirados en la Segunda Guerra Mundial.
En este punto de su carrera, Dino dejó el lienzo y produjo 90 piezas modernas de cerámica, inspiradas en las antiguas tradiciones de cerámica de Anatolia. Fue a Roma por un tiempo para escapar de las severas condiciones políticas de Turquía, y recibió una breve licencia de su universidad y se unió a él.
En 1953, fue invitado a participar en la Bienal de Venecia, así como en la exposición colectiva en la Galleria Dello Zodiaco de Roma y la exposición Art Club en el Museo de Arte Moderno.
Encontrando ya una cierta estabilidad laboral, Abidin Dino se interesó en todo lo que estaba vivo, capturando hábilmente imágenes con su pincel, lápiz y cámara, teniendo siempre dos temas favoritos en mente: manos y flores. En esta faceta de su vida, no solo se hizo uno de los pioneros de la pintura turca moderna, sino que produjo obras maestras en campos tan dispares como la caricatura, la escultura, la cerámica, el cine y la literatura.
Tras muchos años de ejercer su pasión, Dino murió el 7 de diciembre de 1993 en el Hospital Villejuif de París, y fue enterrado en el cementerio de Aşiyan en Estambul, donde descansa y es testigo de todas las ramas que creció el gran árbol que fue su talento.