Es turno de valorar el arte de Fahrelnissa Zeid, una artista que utilizó dibujos, litografías y esculturas para combinar en su trabajo elementos del arte islámico bizantino con abstracción y otras influencias de Occidente, y que a través de ellas, cimentó en la década de 1950 las bases de la pintura figurativa turca.
Nacida el 7 de enero de 1901 en una familia de intelectuales otomanos, la joven Fahrinnisa Shakir Kabaağaçli fue una de las primeras mujeres matriculadas en la Academia de Bellas Artes de Estambul en 1919, tras el estallido de la guerra greco-turca.
Durante la década de 1920, viajó a Europa, donde visitó numerosos museos que la inspiraron a comenzar a producir una gran cantidad de bocetos ampliamente anotados que, aunque con gran calidad, con poca capacidad de difusión.
A mediados de la década, su carrera dio un giro decisivo cuando fue admitida en la Academia Ranson de Montparnasse, donde estudió bajo la supervisión de Roger Bissière, un pintor francés cuya obra evolucionó desde formas semifigurativas, plenas de un innato primitivismo y de una original expresión cromática, a la abstracción.
París se convirtió en el epicentro de los movimientos de arte surrealista y abstracto del momento, lo que le permitió a Zeid encontrar su hogar espiritual, que la ayudó a reconocer el aspecto multicultural de su personalidad, ya que no se consideraba únicamente producto de la tradición turca.
A su regreso a Estambul, y con un nuevo matrimonio, abandonó el academicismo y su práctica figurativa y se volvió hacia el modernismo y el expresionismo, tanto en pintura como en escultura. La joven pintora entonces levantó su estudio en su casa y siguió con su sueño. En 1933, se casó con el diplomático de Irak, el príncipe Zeid Al-Hussein, y arabizó su nombre, con el que finalmente adoptó su nombre por el cual se le reconocería globalmente: Fahrelnissa Zeid.
En estos años, Zeid recurrió en sus pinturas a rasgos exagerados, con un estilo bizantino de la iconografía y caras alargadas con grandes ojos redondeados que, de manera similar, se pueden encontrar en los retratos egipcios.
Aunque la década siguiente estuvo marcada por muchos problemas de salud, viajes cortos a Bagdad y Budapest, así como una estancia de tres años en Berlín, la devota artista continuó con sus obras, visitó museos y tomó lecciones de pintura, formando su colectivo artístico que iría a exponer en los siguientes años.
Desde entonces, además de pintar, Zeid se dedicó también a escribir, especialmente sus memorias, donde describió: "Soy descendiente de cuatro civilizaciones, alguien del pasado. Mi mano es persa, el vestido bizantino, la cara es cretense y los ojos orientales, pero no me di cuenta de esto cuando me estaba pintando".
Fuente: Ameco Press
En 1941 regresó a Estambul completamente enfocada en su pintura, por lo que se involucró con el llamado Grupo D en 1942, formado por diversos pintores de vanguardia que trabajaban en República de Turquía recién creada bajo el mando de Mustafa Kemal Atatürk, siendo la única mujer turca en unirse al movimiento de vanguardia
Aunque siempre huyó de cualquier clasificación de estilo y su asociación con el grupo fue de corta duración, su participación en él le dio a la confianza necesaria para comenzar a exhibir por su cuenta, y fue así como abrió su primera exposición personal en su casa de Macka, Estambul, en 1944 con su atrevida expresión que acompañaba su pensamiento abstracto.
La artista comenzó a desarrollar un trabajo tan prolífico que la convirtió en una clara influencia en el movimiento de arte moderno en Turquía y en el extranjero. Celebrada por sus pinturas abstractas que unían la abstracción occidental y los estilos orientales, su trabajo rompió las barreras de género y cultura, convirtiéndose en una síntesis de influencias islámicas, bizantinas, árabes y persas fusionadas con enfoques europeos de la abstracción.
En la década de 1970, Zeid se mudó a Amman, Jordania, donde fundó el Instituto de Bellas Artes Fahrelnissa Zeid, donde enseñó a un grupo de artistas jóvenes, y aunque el instituto duró solo cuatro años, su influyente legado marcó a varios artistas.
Fuente: Ameco Press
Tras esto, se concentró en dibujar retratos durante sus últimos años, y expuso sus obras por última vez en Estambul en 1988, y en Francia, donde fue conocida como una importante pintora del estilo moderno, utilizando la firma Fahrelnisa, y Alemania en 1990. El 5 de septiembre de 1991 murió en Amman y fue enterrada en el Cementerio Real de Amman El Raghadan Palace.
A lo largo de su carrera Zeid participó en casi 50 exposiciones en Europa, Estados Unidos y Oriente Medio. En 2017, el Tate Modern de Londres organizó una gran retrospectiva de su trabajo, y la llamó "una de las artistas más grandes del siglo XX".
Su trabajó forma parte de las colecciones de diversos museos, incluyendo el de Arte Moderno de París, museos de Nueva York, de Edimburgo, Pittsburgh, el de Pintura y Escultura de Estambul, el de Arte Hitita de Ankara, el Árabe de Arte Moderno y numerosas colecciones privadas.