Adentrarse a la historia de la pintura china es viajar al pasado, y no solo en cuestión del tiempo, sino de nuestra propia historia, de nuestros sentimientos y de nuestra espiritualidad.
Y es que el pasado es la base del presente y del futuro, y como tal, exige respeto, una máxima que los pintores chinos aprenden desde muy temprano y de la que son constantemente recordados por sus maestros, que de esa manera les facilitan el logro del gran objetivo del pintor tradicional chino: capturar no solo la apariencia externa de un cuerpo, sino también su esencia interna, su energía, fuerza vital y espíritu.
Una buena pintura china revela el carácter del artista, quien a su vez contribuye al significado de su obra, por lo que para entender realmente una pieza, es útil saber sobre los artista y la época en la que vivieron, por lo que antes de pasar a algunos de los más trascendentes en la siguiente serie, haremos un breve repaso de la historia que forjó a algunos de los talentos pintóricos más fascinantes de Asia y del resto del mundo.
Es cierto que las obras de arte de China van desde el 200 a.C. hasta aquellas que se continúan produciendo y pueden considerarse pintura tradicional del país. La tradicional pintura china se comenzó a llevar a cabo sobre papel o seda, utilizando una variedad de pinceles y tinta, retratando regularmente gente en sus actividades, paisajes, flores, pájaros, animales e insectos.
Los primeros maestros probaron meticulosas líneas en sus trazos, distinguiéndose más como cartógrafos que pintores al utilizar un pincel mojado en tinta negra o pigmentos de colores, generalmente sobre papel o seda, para hacer sus distinguidas figuras. La presentación de los trabajos se hacía tanto en hojas que pudieran hacerse rollo hasta paredes de mediano tamaño.
Durante este tiempo, dos principales técnicas surgieron dentro de la pintura china:
- Gongbi (工笔), un estilo meticuloso, rico en color y en pinceladas detalladas donde se llevaron a cabo retratos y temas narrativos.
- Xieyi (写意), que significa "a mano alzada", un estilo más flexible donde generalmente se trabajaron paisajes, aunque también exhibía los sentimientos del artista. Se generalizó el uso de la acuarela.
Estos estilos, tan similares pero variados a su vez, se fueron perfeccionando durante varias dinastías.
Desde la dinastía Han (206 a.C. - 220 d.C.) hasta la Tang (618-907), los artistas hicieron muchos retratos detallados y elaborados para la corte real, así como representaciones de la vida cortesana de los emperadores, sus damas y sus caballos imperiales.
La dinastía Song, que se prolongó hasta 1279, vio el comienzo de la libertad individual de la interpretación de los sujetos, donde las pinturas de paisajes alcanzaron una calidad mítica con contornos borrosos de montañas y niebla.
Luego siguió la dinastía Yuan (1279-1368), donde los pintores comenzaron a agregar poesía y caligrafía a sus obras para expresar pensamientos y sentimientos. Esto facilitó la creación de libros y manuales ilustrados sobre las técnicas de la pintura china.
Después llegaron la dinastía Ming (1368–1644) y Qing (1644–1911), donde se derrochó un gran talento y habilidad para la sencillez en obras que se fijaron en la revelación del espíritu del sujeto que estaba siendo pintado, o bien, del artista mismo encargadado de su realización.
Fue hasta 1912 cuando la pintura expresó los efectos de la modernización, del impacto del arte occidental y las luchas políticas, militares y económicas de la época. Cada vez más, y finalmente a mediados de la década de 1920, las y los jóvenes artistas chinos se sintieron atraídos por su relación con el arte japonés, así como por el que se estaba mostrando en París y en los centros de arte en Alemania.
Algunos de los que pudieron estudiar en el extranjero, como Li Tiefu, Yan Wenliang, Xu Beihong, Lin Fengmian y Fang Ganmin regresaron a su tierra e incorporaron lo mejor de ambas culturas en su arte.
A lo largo de la década de 1950, los cambios políticos empezaron a hacer eco en China y en varios grupos sociales, incluyendo el de los pintores, y aunque los primeros años de la década de 1960 supusieron un momento de relajación política para los artistas, la Revolución Cultural de 1966 a 1976 trajo dificultades sin precedentes con el fallecimiento de Mao.
Durante la década de 1980 se produjo un resurgimiento de la pintura tradicional china con el nacimiento de talentos tan nuevos como Wu Guanzhong y Jia Youfu, quienes comenzaron a experimentar con nuevos temas y técnicas en su intento de llevar la pintura china a una nueva altura.
No obstante, lo cierto es que tanto los nuevos artistas como los antiguos profesionales compartían una reverencia por el pasado, y por eso es que todos, sin importar su presencia en la línea del tiempo, manipulan y reinterpretan temas antiguos, para dar resonancia histórica a su trabajo.
La admiración de la pintura china es entrar en un diálogo con el pasado. Además, el acto de desenrollar un pergamino u hojear un álbum proporciona una conexión física adicional con el trabajo, una experiencia íntima que se pierde entre tanto universo digital pero se ha compartido y repetido a lo largo de siglos.