Vladimir Evgráfovich Tatlin, nacido en Moscú en 1885, fue un artista ruso, iniciador del constructivismo; un activo representante de la vanguardia soviética que defendió que el arte debía integrarse en el conjunto de la producción, disolverse en la vida cotidiana y renunciar a su actividad exclusivamente estética.
Su arte parece no entender de barreras entre las distintas disciplinas ya que a lo largo de su vida se dedicó a la escultura, pintura, arquitectura, ingeniería y al diseño, haciéndose un hombre del renacimiento en plena Revolución Rusa, que contó con él para ambiciosos proyectos, algunos de los cuales tan grandilocuentes que no pudieron llegarse a construir.
Habiendo iniciado esto en Rusia, al estallar la revolución de 1917, consiguió por primera vez en la historia identificar la voluntad de construir una sociedad socialista con los cambios perseguidos en el campo artístico por la vanguardia. Este era el momento de poner a prueba el arte como factor de transformación social y los vanguardistas aceptaron este reto, asumiendo el protagonismo en la dirección de la nueva política cultural y la dedicación a la docencia artística como forma de educar al pueblo, de esta manera, se convirtió, junto a otros artistas, en el fundador del Constructivismo.
Vladimir Tatlin. Fuente: Arquitectura Confidencial
Antes de esto, visitó París, donde tuvo oportunidad de ver las esculturas efímeras, pinturas con añadidos de cartones recortados o plegados que utilizaba para sus análisis cubistas, y entró en contacto con artistas como Pablo Picasso, quien lo impresionó tanto que volvió a su tierra con ideas frescas. Así, su vanguardismo había entrado en otro nivel, y escaló a lo que más tarde se definió como Constructivismo.
Los constructivistas, con Tatlin a la cabeza, negaban toda validez del arte como actividad estrictamente estética y exigían su disolución en la vida cotidiana, y frente a la individualidad creadora, el constructivismo soviético oponía el sentido colectivo de cultura revolucionaria.
Frente al arte como pura investigación formal (actividad necesariamente aislada y sin rentabilidad funcional a corto plazo), se requería inmediatez para la resolución de las demandas revolucionarias. Del juego gratuito y la especulación formal pura como fundamentos esenciales de la investigación plástica, se pasa a la búsqueda de la fusión entre arte y tecnología, que son designados como agentes del cambio social y se integran en una unidad ética y estética, marcando el inicio de una de las influencias más importantes del artista ruso.
Tatlin llegaría al constructivismo partiendo del cubismo y el futurismo, a los que despojó de toda referencia al dato real; del cubismo tomó la descomposición de los objetos por planos y del futurismo el interés por el uso de todo tipo de materiales y la estética maquinista, influencias que serían decisivas que definirían sus trabajos posteriores.
Con ello, el resultado de su trabajo se hizo una exploración de los volúmenes en su interacción con el espacio, formados por la intersección de planos y líneas con los que se delimitan aberturas o cerramientos, con el objeto de examinar las posibilidades de articulación de los planos entre sí y con el espacio real que los contiene.
Para dar paso a los años posteriores, Tatlin pasó de ser un pintor de vanguardia a ser un artista revolucionario. Sus obras, realizadas antes de la Revolución de Octubre, constituyen su contribución más radical y trascendental al arte moderno.
Los contrarrelieves de Tatlin, con los que pretendía romper por completo con el mundo del arte burgués en todas sus formas, deben entenderse como un contraataque en el sentido de un aumento de energía. Como escribió Konstantin Umansky en 1920, el “tatlinismo” afirmaba que la imagen como tal estaba muerta: “El lienzo plano es demasiado restringido para lo que es tridimensional”.
En palabras de Tatlin de 1920, él mismo explicó su arte de la siguiente manera:
Ya no creemos en el ojo: estamos subordinando el ojo al sentido del tacto.
Sus contrarrelieves sacudieron la pintura hasta sus cimientos y al mismo tiempo crearon una nueva comprensión del material artístico. En ellos, Tatlin trabajó como un poeta con sus materiales, a los que liberó de su función de representación.
Todos estos contrarrelieves de Tatlin tienen algo de la naturaleza de un acontecimiento. Dan la impresión de flotar en un estado de alta tensión. En lugar de estar de pie en un punto en particular, están suspendidos en un aparejo que reemplaza el pedestal de las estatuas anteriores.
La década de 1920 vio a Tatlin participar en la búsqueda de nuevas dimensiones en el vuelo humano, donde dio expresión a los sueños de una sociedad regulada colectivamente con su máquina voladora visionaria Letatlin.
Con su fuerte inclinación por el misticismo, Tatlin consideraba que volar era una especie de experiencia humana primordial perdida en el curso de la evolución y deseaba reapropiarse de ella para el hombre moderno.
Hasta el día de hoy, Tatlin aún conserva su poder de fascinación porque su trabajo siempre se hizo a la luz del contexto social total y con la intención de generar cambios. Además, hace casi un siglo, abrió el camino a corrientes que aún no han perdido su relevancia y poder inspirador en el campo del arte contemporáneo.
Tatlin no tenía miedo de ir más allá de los límites de su campo y le gustaba trabajar en equipo. Fue un maestro de la interdisciplinariedad y la síntesis, en el arte de unir cosas y materiales, y de técnicas y formas de presentación que no tenían precedentes en su época.
Después de la Revolución de Octubre, todo su trabajo estuvo presidido por la idea del artista-constructor dedicado a la elaboración del nuevo mundo. Donde mejor pudo plasmar sus ideales constructivos, esa transformación de los elementos de la cultura industrial en volúmenes, planos, colores, superficie y luz, fue en el proyecto para el Monumento a la Tercera Internacional, cuya maqueta presentó en 1920, un emblema de la utopía socialista apoyada por la tecnología, un monumento que se entiende como un faro que alumbra al nuevo mundo.
Al final de su vida empezó a investigar el vuelo de los pájaros con el fin de conseguir uno de los grandes sueños de la humanidad: volar, pero su investigación se vio truncada cuando falleció el 31 de mayo de 1953, en Moscú.
Su decidida aspiración de unir arte y sociedad encontraba su expresión natural en la arquitectura, mientras sus investigaciones se cristalizaron en proyectos que fueron significativos para el desarrollo posterior de la arquitectura contemporánea.