Muchos artistas permanecen indeleblemente asociados con una forma particular, otros aplican sus talentos a diferentes estilos a medida que cambia su enfoque artístico. Si tenemos suerte, estos últimos nos dejan una notable colección de obras que abarcan gustos y géneros. El pintor alemán Lovis Corinth es uno de esos artistas.
Nacido en Tapiau, Prusia, el 21 de julio de 1858, es considerado uno de los mejores pintores alemanes de finales del siglo XIX y principios del XX, el legado de Corinth se deriva en parte de su producción, pero también de su papel en la comunidad artística. Su obra como pintor y grabador forma parte del impresionismo y expresionismo.
Sensible al arte desde temprana edad, recibió una amplia formación artística de más de doce años: primero en la Academia de Bellas Artes de Königsberg (1876-80), luego en la Academia de Bellas Artes de Munich (1880-84), y finalmente, en París, donde estudió con William-Adolphe Bouguereau y Tony Robert-Fleury en la Académie Julian de 1884 a 1887.
Lovis Corinth y sus pinceladas del mar. Fuente: Karsten Greve Gallery
Cuando llegó a la capital francesa en 1884, descubrió un París convulso por el constante cambio de regímenes, la derrota frente a Prusia, las crisis sociales y económicas. Los recuerdos de la sangrienta Comuna de París y su violencia civil rondan la memoria de una sociedad desestabilizada por la reorganización urbana emprendida por el barón Haussmann. A pesar de esto, sobresalió en París.
Ya en París y Munich, su pintura se volvió hostil hacia el movimiento expresionista, por lo que tiró más hacia el estilo naturalista e impresionista, dando un giro radical hacia un expresionismo dramático tras sufrir un derrame cerebral en 1911.
A partir de entonces, el uso del color en su lienzo se hizo más vibrante.
Ya ahí, echando raíz, su estilo se aflojó y adquirió muchas cualidades expresionistas, creando retratos y paisajes de extraordinaria vitalidad y poder. El tema de su pintura también incluía desnudos y escenas bíblicas.
Después de dejar Munich, Corinth se unió a la Secesión de Berlín, donde luego sucedió a Max Liebermann como presidente del grupo.
La vida de Corinth vio crecer la pintura en Europa a partir, por ejemplo, del realismo del siglo XIX para producir el impresionismo, el expresionismo y el surgimiento del modernismo; Corinth, en su viaje paralelo a través de una evolución artística equivalente, no perdió su fuerza.
Inevitablemente, el trabajo de Corinth abarcó una diversidad de enfoques que a menudo desafían una clasificación fácil, pasando hacia la pintura erótica.
En los años posteriores, el artista trabajó en retratos y paisajes de extraordinaria vitalidad y energía, mezclándolos con escenas religiosas y mitológicas, ejerciendo una gran influencia sobre el que sería uno de los más cotizados e importantes artistas del siglo XX, Lucien Freud.
En 1918, con motivo de su sexagésimo cumpleaños, Corinth fue aclamado como un genio por la prensa germánica, el “Maestro del impresionismo alemán”. Sus paisajes y naturalezas muertas recibieron una acogida crítica más que entusiasta.
A pesar de su muerte el 17 de julio de 1925, en Zandvoort, Países Bajos, el genio de su pincel continúa evidente en los deliberados toques de blanco aquí y allá y en los rastros de un pincel arrastrado a través de la pintura húmeda.
Corinth construyó su imagen utilizando un número limitado de capas con aparente eficiencia y rapidez. En excelentes condiciones, la pintura conserva su empaste crujiente. Su técnica rápida concuerda con el hecho de que estaba pintando directamente frente aun modelo vivo.
Al final de todo, la obra de Lovis Corinth no se presta a una definición estilística; por momentos fue expresionista, luego impresionista. Lo cierto es que el artista combinaría movimientos en un caleidoscopio de inspiraciones para definir una obra impresionante.