Mário Cesariny fue un poeta y pintor surrealista, y una de las figuras culturales más importantes de Portugal.
Cesariny también escribió novelas y obras de teatro y trabajó con otros grandes surrealistas.
Fue, entre tantos otros, influenciado por el artista francés André Breton, autor del Manifiesto Surrealista, a quien conoció mientras estudiaba en París en 1947.
Cesariny Mário de Vasconcelos nació por casualidad en Vila Edith, en la Vía Damaia del Benfica, donde sus padres estaban de vacaciones.
El último hijo de tres hermanas mayores fue criado por su padre, de personalidad avasalladora y pragmática, era empresario orfebre, con tienda y taller en la calle Palma, en la parroquia de Santa Justa, en el centro de Lisboa, lo que explica su fuerte pasión por los detalles.
Después de la escuela primaria, el joven Mario asistió durante un año al Liceu Gil Vicente, después de lo cual el padre lo cambió a un curso de cincel en la Escuela de Artes Decorativas Antonio Arroyo, donde conoció a Artur do Cruzeiro Seixas y Fernando José Francisco, que influenciaron fuertemente su obra.
Luego asistió a un curso de habilitación para las Bellas Artes donde también estudió música con el compositor Fernando Lopes Graça.
Al poco tiempo Cesariny se hizo un pianista talentosa, pero su padre, enfurecido, le prohibió continuar con esa pasión, por lo que se volcó al estudio del teatro en los cafés de Lisboa, donde a su vez, descubrió el neorrealismo y luego el surrealismo.
En 1947, Cesariny viaja a París donde asiste a la Académie de la Grande Chaumiere y conoce a Breton, cuya influencia lo lleva a participar en la creación, en el mismo año, del Grupo Surrealista de Lisboa, junto a figuras como Pedro António José. Augusto França, Cândido Costa Pinto, Vespeira, Moniz Pereira y Alexandre O'Neill.
Este grupo surgió como una forma de protesta libertaria contra el régimen de Salazar y contra el neorrealismo, dominado por el Partido Comunista Portugués, de tendencia estalinista. Más tarde, fundó el antigrupo de Los surrealistas que comprende, entre otros, a los siguientes autores António Maria Lisboa, Risques Pereira, Artur do Cruzeiro Seixas, Peter Oom, Fernando José Francisco y Mário-Henrique Leiria.
Es también en este momento que su padre abandona a la familia para instalarse en Brasil con un amante. Esto hace que Mario se acerque más a su madre y a su hermana Henriette, y a desarrollar su impresionante paleta artística.
En la década de 1950, Cesariny se dedica a la pintura, pero también, y sobre todo, a la poesía, escribiendo en los cafés.
Es también durante este período que comienza a ser molestado y vigilado por la Policía Judicial por “sospecha de vagabundeo”, gracias a presentaciones regulares e interrogatorios vejatorios por su homosexualidad.
Cesariny vivía con dificultades económicas, y solo ayudado por la familia fue que se permitió ir encontrando fromas de sustentar y trabajar su arte. A mediados de la década de 1960, acabó dedicándose por completo a la pintura como medio de subsistencia.
A partir de la década de 1980, la obra poética de Cesariny es reeditada por el editor Herminio Manuel Monteiro y redescubierta por una nueva generación de lectores.
Es en este tiempo que Mario Cesariny adopta en sus obras una actitud estética de constante experimentación y practica una técnica de escritura y (des)pintura muy difundida entre los surrealistas.
Su poesía estuvo animada por un sentido de desafío a las conductas ya institucionalizadas o consideradas normales en los campos del pensamiento y de los principios morales.
Recurriendo a procesos típicamente surrealistas como las enumeraciones caóticas, el uso sistemático de disparates o humor negro, las formas paródicas, los juegos de palabras y otros juegos de palabras, automatización, es que su arte alcanza un lenguaje que sabe encontrar el equilibrio entre lo cotidiano y lo insólito.
También introduce la técnica denominada "cadáver exquisito", que consiste en la construcción de una obra por parte de tres o cuatro personas en una cadena de trabajo creativo en la que cada uno continúa en tiempo real, la creatividad del anterior, conociendo sólo una parte de lo que este hizo.
En los últimos años, desarrolló una frenética actividad de transformación y rehabilitación de la vida cotidiana real, muchas de las cuales nacieron collages con pinturas, objetos, instalaciones y otros materiales fantasías.
En los últimos años de su vida, Cesariny vivió con su hermana mayor, Henriette. A diferencia de lo ocurrido anteriormente, se abrió a los medios dando frecuentes entrevistas y hablando de su vida íntima.
En 2004, Miguel Gonçalves Mendes realizó el documental Autógrafos, película intensa y conmovedora donde Cesariny expone y revela el estado de ánimo general.
Mario finalmente murió el 26 de noviembre de 2006.