Probablemente no haya un ejemplo más sorprendente en el siglo XX de un gran artista que cayó en la oscuridad que Amadeo de Souza-Cardoso, a quien historiador de arte estadounidense Robert Loescher incluso clasificó como "uno de los secretos mejor guardados del modernismo temprano".
La vida de de Souza-Cardoso fue breve e intensa, sin embargo, a lo largo de su carrera artística de poco más de una década, Amadeo vivió entre dos mundos, yendo y viniendo entre ellos, eternamente insatisfecho, siempre queriendo estar en otra parte, con una perpetua inestabilidad geográfica.
Amadeo nació en Mancelos, parroquia de Amarante como el hijo de una tradicional y rica familia rural burguesa. A los 18 años ingresó en la Escuela Superior de Bellas Artes de Lisboa y un año después (al cumplir los 19) se fue a París, donde pretendía continuar sus estudios pero pronto abandonó la carrera de arquitectura y comenzó a estudiar pintura.
Se despidió de su madre, insistiendo en que tenía que cumplir su destino. La ciudad que descubrió, centro eufórico de todos los cambios y avances, atrajo su atención hacia los artistas que rompían con los cánones clásicos.
Así, De Souza-Cardoso también participó de este movimiento de ruptura, dando sus primeros pasos en este mundo cosmopolita desarrollando un diálogo creativo con sus compañeros de trabajo, que fueron personajes como Amadeo Modigliani, Constantin Brancusi, Alexander Archipenko, Sonia y Robert Delaunay, Otto Freundlich y Umberto Boccioni, entre otros.
Mas tarde, entró en contacto con agentes de arte, editores o curadores de exposiciones como Walter Pach, Wilhelm Niemeyer, Ludwig Neitzel, Herwald Walden, Adolpe Basler, Harriet Bryant, quienes nutrieron intensamente su paleta y su habilidad.
En 1908, cuando se instala en la Cité Falguière de Montparnasse, se hace amigo de varios artistas que, como él, estaban al margen de los movimientos programáticos, en particular Modigliani y Brancusi.
Tras abandonar la vanguardia parisina –de la que fue una de sus figuras más originales– al inicio de la Primera Guerra Mundial, Amadeo de Souza-Cardoso prácticamente desapareció del panorama y sólo mantuvo su fama en su país natal.
Aunque sucumbió a la epidemia de gripe española a la edad de treinta años el 25 de octubre de 1918, tuvo tiempo suficiente para dejar atrás un cuerpo de trabajo que está en contacto con las revoluciones estéticas de la época, pero que al mismo tiempo no se parece a nada más.
Amadeo de Souza-Cardoso mostró por primera vez en el Grand Palais en 1912 cuando exhibió Avant la Corrida en el Salon d'Automne. Para entonces, tenía especial experiencia en caricaturas.
En 1913, Amadeo participó en dos exposiciones fundamentales: Armory Show en los Estados Unidos, que lo llevó a la ciudad de Nueva York, Boston y Chicago, y Erste Deutsche Herbstsalon en la Galerie Der Sturm en Berlín, Alemania. Ambas exposiciones presentaron el arte moderno a un público que aún no estaba acostumbrado.
Amadeo fue uno de los expositores de mayor éxito comercial en el Armory Show, ya que vendió siete de las ocho obras que tenía allí expuestas, y así fortaleció su leyenda en el plano internacional.
Al final de todo, Amadeo fue un autor que pintó abstracciones utilizando formas geométricas, colores vivos y una estructura de composición que inicialmente parecía desordenada.
Al momento de su muerte, dejó un legado que continuó la tendencia trazada por los artistas de vanguardia de su época.