Las obras de Li Shuang dan testimonio de su doloroso viaje personal y artístico, así como de la globalización que nos rodea e involucra a todos.
Nacida en Beijing en 1957 durante la Revolución Cultural dentro de una familia de intelectuales, ambos de sus padres se graduaron de la Universidad de Beijing. Sin embargo, su docencia se detuvo cuando fueron arrestados por el gobierno chino, así es que su desarrollo artístico temprano fue influenciado por su abuelo, un comerciante de antigüedades, libros y arte chinos, quien nunca tuvo el talento para pintar un lienzo en blanco, pero sí para recolectar la historia de la tinta y transmitirla a su nieta.
Debido a este complicado recuerdo que causó el deterioro de su infancia, ella recuerda: "Era un invierno frío a mi edad de 13 años, estaba sentada en una silla cuadrada en la casa, mirando el escritorio de trabajo de mi padre después de que fue encarcelado e interrogado por la academia local durante meses debido a su almacenamiento de literatura y obras de arte extranjeras."
Ese hecho hizo que todas las posesiones de su casa fueron confiscadas, por lo que su hogar se llenó de vacío y soledad, haciendo que ella creciera entre reflexiones, lo que le presentó la oportunidad de volcarse por completo a los lienzos donde iría a plasmar algunos de sus sentimientos más importante.
Empezó a copiar los elementos de su casa, luego dibujó sobre los papeles que dejó su papá, como si él fuera a llegar más tarde a leerlos. Desde entonces, no soltó el pincel.
Li Shuang. Fuente: Chinese New Art
Después de que Li Shuang se graduara de la escuela secundaria en 1976, ella y sus compañeros de escuela fueron deportados a la zona rural de Beijing, donde comenzaron a cultivar arte durante los siguientes años.
En este espacio, Li siguió dibujando y estudiando arte para su ambición de asistir a una escuela de arte profesional. Sin embargo, debido a sus antecedentes familiares especiales su sueño no se hizo realidad al final.
Afortunadamente, fue descubierta más tarde por algunas de sus obras de arte y aceptada en el Teatro Nacional de la Juventud de China como diseñadora de escenario. Al poco rato se hizo conocida por sus contribuciones a la academia.
Li entonces recurrió a la historia para llevar a cabo su pintura, por lo que adoptó la idea de que el arte chino es un movimiento espiritual del corazón, mientras que las pinturas occidentales se concentran en la escena, por lo que explicaba que sus pinturas chinas provienen del corazón.
A partir de la década de 1970, el trabajo artístico de Li Shuang se centró principalmente en la pintura de la vista de las aldeas, incluidas calles, montañas y casas, utilizando tintero y pastel.
En los años 80 y 90, el arte de Li cambió su idea a una gama muy salvaje, como retratos, muebles, animales, plantas, etc, demotrando que cada pintura tendría un color central y otros colores accesorios que pudieran transmitir los diferentes estados de ánimo y pensamientos del artista.
Mientras el mundo del arte chino atravesaba una fase de modernidad desenfrenada, la obra de Li Shuang llamó la atención por su falta tanto de referencias contemporáneas e intensidad.
Esto se debe a que su arte se desarrolló por separado del contexto chino, que alentó un estilo de pintura que alcanzó su apogeo en 1999-2000, un estilo que de ninguna manera reflejaba sus propias experiencias.
De acuerdo con el crítico francés Michel Nuridsany, la mayor ventaja de la artista china ha sido su silencio, su aura, pero ante todo, su admirable sentido de la luz.
Desde entonces, con magistrales técnicas clásicas y contemporáneas, Shuang recrea la belleza de la naturaleza en sus pinturas capturando estados de ánimo y momentos de luz y color con su singular expresión poética, demostrando su interés por explorar cómo la globalización y la era digital han moldeado las identidades personales como el género y la raza.