Todavía existen varios críticos de arte que califican a Kim Hong-do como el mejor pintor de la dinastía Joseon, y de hecho, de toda Corea hasta el día de hoy.
Tal vez ya no sea un nombre establecido en la corriente pictórica del país, o no se conozca con exactitud quién es verdaderamente el autor, pero posiblemente y sin darse cuenta, más de una vez, tanto coreanos como extranjeros, haya visto alguna vez una obra del aclamado maestro, ya que con los años, ha sido un arte que se ha plasmado en postales, libros y exhibiciones de las tradiciones coreanas.
Fuente: NATIONAL MUSEUM OF KOREA
Nacido en 1745 en una familia de clase media, creció en una familia sin funcionarios ni artistas entre sus parientes, aunque esto no le impidió llevar a cabo su talento incomparable e indiscutible, que perfeccionó gracias a que tuvo la suerte de vivir cerca de un artista muy famoso de la época, que luego fue su maestro, Kang Se Hwang.
"Kim estudió el arte desde pequeño y no hay nada que él no pueda dibujar. Personas, paisajes, imágenes budistas, flores y frutas, pájaros e insectos, peces y cangrejos… No hay nadie que le pueda hacer competencia", declaró el reconocido artista sobre su discípulo.
A finales de la dinastía en turno, gracias a la abundancia del cultivo agrícola, empezó a desarrollarse a gran velocidad el comercio y los negocios de flora y fauna, lo que naturalmente se tradujo a una mejor calidad de vida para los habitantes, una causa que atrajo la atención de los talentosos artistas, que comenzaron a plasmar la prosperidad en sus lienzos de material local.
Gracias también a la estabilidad económica, la gente común y corriente se interesó más por la cultura y el arte, y fue entonces que tanto las funciones teatrales y de canto, las novelas y las muestras artísticas comenzaron a generar importantes ingresos, especialmente para Kim Hong-do, uno de los primeros maestros en ver un importante retorno económico a sus pinturas.
Kim era muy bueno dibujando las costumbres y los hábitos de la gente, aunque a decir verdad, pintaba bien todo tipo de cosas, personas y paisajes, no obstante, las ventas se reflejaban con los espejos que el pintor hacía de los hábitos diarios que se paseaban frente a él.
Fuente: TANWON, KIM HONG-DO : Master Painter of the Chosun Dynasty
Cuando cumplió 20 años, tuvo la suerte de entrar a los palacios de su país como miembro de una agrupación de artistas, con el encargo de pintar retratos u otros eventos importantes de la familia real, un puesto del más alto honor que podía ocupar un pintor y daba una clara muestra de su gran habilidad.
Poco después de asumir al cargo, Kim Hong-do tuvo como misión pintar al rey Yeongjo, quien cumplía 40 años de gobierno, un caso excepcionalmente inusual que un joven artista de tan solo 21 años.
Desde entonces, Kim se convirtió en retratista de las figuras de la corte y antes de cumplir 30 años ya era el pintor más famoso de Joseon. La gente se desesperaba por comprar uno de sus cuatros e incluso había quienes hacían cola frente a su casa durante varios días para conseguirlo. Así que Kim Hong Do pintaba día y noche, sin siquiera dormir.
Cuando tenía 40 años, junto a unos compañeros, viajó por toda la península coreana para pintar los paisajes más bellos del país, y más tarde tuvo la oportunidad de viajar a China, concretamente a Beijing, donde tuvo acceso al arte occidental, que hasta entonces se desconocía en Joseon.
Fuente: TANWON, KIM HONG-DO : Master Painter of the Chosun Dynasty
De regreso a casa, por el restante de sus años, aplicó esas nuevas técnicas que conoció fuera del país e hizo que sus pinturas fueran aún más reales a través de efectos tridimensionales, fortaleciendo su nombre y llegando a una audiencia más amplia que alegremente recibió sus pinceladas, históricas dadas su reflejo de un país que estaba ante el crecimiento.
Nadie sabe cómo y cuando murió Kim Hong-do, pero se cree que al menos vivió hasta los 60 años porque dejó cuadros pintados hasta 1805. Hasta el día de hoy, se conservan al menos unas 300 obras auténticas del aclamado autor.