"La obra se realiza plenamente conviviendo con el drama del hombre en su totalidad política, religiosa y social, en el infortunio y sobresalto de cada día."
Con estas palabras del propio artista se puede deducir la pasión humanista de Antonio Berni, su simpatía por los movimientos reivindicadores de las clases humildes postergadas y la intencionalidad antropológica de su pintura.
La temática de toda su obra hunde sus raíces en la vida social de su país, con sus mitos, leyendas populares, tradiciones y costumbres de los habitantes de su tierra natal.
Fuente: Con la gente noticias
Creador de un estilo propio y absolutamente original, Berni es hoy considerado uno de los maestros más importantes en el desarrollo del arte argentino y una figura fundamental en el ámbito del arte latinoamericano actual.
Renovador del lenguaje plástico, su obra se extiende no solo a la pintura sino también el dibujo, el grabado, la escultura y la gráfica, así como la naturalidad para manejar y manipular técnicas y materiales diversos.
Berni nace como el menor de tres hermanos de un matrimonio descendiente de piamonteses por el lado de la madre, y de un sastre italiano de Domosodola.
Su iniciación artística se produce a los once años en su ciudad natal cuando ingresa como aprendiz en un taller de vitrales. En ese tiempo, aprende a esmerilar vidrios, a filetear vitrales, a realizar moldes con betún y a dibujar, bajo la supervisión de sus maestros catalanes: el propio Buxadera y Enrique Munné. Paralelamente, asiste a las clases de pintura de Eugenio Fornels en el Centro Catalán.
En esa época fallece su padre, quien había regresado a su patria para incorporarse al frente italiano durante la Primera Guerra Mundial, y para lidiar con su duelo, se sumerge en la pintura hasta 1925, cuando obtiene una beca del Jockey Club de Rosario para perfeccionar sus estudios en Europa. Visita España, Italia, Bélgica, Holanda, que conoce a lado de Horacio Butler.
Finalmente se establece en París, y allí se junta con varios argentinos que también estaban completando su formación artística y con los cuales sería considerado más tarde integrante del llamado “Grupo de París”, formado por Badi, Héctor Basaldúa. Alfredo Bigatti, Horacio Butler, Juan del Prete, Raquel Forner y Lino Enea Spilimbergo, con quien inicia una larga amistad.
Tras algunas experiencias derivadas del cubismo y del fauvismo – adquiridas en los talleres de André Lhote y Othon Friesz-, Berni se inclina hacia la poética del surrealismo, que, por entonces, sacudía la escena del arte europeo proclamado los postulados de Freud en la utilización de los elementos inconscientes para la creación de imágenes artísticas, creando “Epater le bourgeois” (escandalizar al burgués) exhibiendo los deseos censurados de la condición humana,
En 1931 Berni regresa a la Argentina con su primera esposa, la francesa Paule Cazenave y Lily, su hija recién nacida. Su vuelta es marcada abruptamente por su vuelco hacia lo figurativo y hacia una propuesta comprometida con la denuncia de la injusticia social y la defensa de los humildes. Así, la crisis de los años treinta con su secuela de desocupación y ollas populares invade su obra.
Como un ser que vibra al contacto del dolor humano, Berni da testimonio de la dura época que le toca vivir en obras como Desocupados o Manifestación. Con figuras monumentales de concepción escultórica, presentadas frontalmente, y con una expresión que adquiere matices clásicos, Berni crea testigos de una sociedad agraria que relucen gracias a su sobria serenidad y el gesto meditativo alternan con la rusticidad y el dolor contenido.
Son composiciones con un ordenamiento riguroso del espacio, similar a la caja escenográfica del teatro: figuras en primer plano con un fondo de paisaje o con un fondo neutro como telón.
El año 1933 marca un hito importante en la trayectoria del artista. Ese año visita nuestro país el gran muralista mexicano David Alfaro Siqueiros, con quien intercambia ideas, aunque no siempre coincidencias, que se funden notablemente en su obra.
Al poco tiempo, reinicia sus viajes a Europa, y Berni introduce en su obra experiencias técnicamente vinculadas con el informalismo usando una textura densa donde la materia se vuelve espesa por la superposición de gruesas capas de pintura. De esta manera, suma a los medios pictóricos todo un repertorio de objetos de desecho, de chatarra, de materiales de residuo que reflejan la miseria cotidiana en las villas marginales de su ciudad.
En 1962 Berni recibe un reconocimiento mundial, al serle otorgado el Gran Premio de Grabado en la XXXI Bienal Internacional de Venecia. En este campo produce una completa innovación al enriquecer el grabado con el collage, cuyo espesor le confiere la calidad de un bajorrelieve.
En los últimos años, el artista reside en Buenos Aires, aunque frecuenta largos periodos en París y en Nueva York, donde su residencia marca una explosión de color en su pintura, con cierta influencia de Pop Art.
Antonio Berni fallece en Buenos Aires el 13 de octubre de 1981.