Muchas de las imágenes oníricas pintadas por el artista suizo Peter Birkhäuser retratan los grandes problemas de nuestro tiempo: la división, la posesión por factores inconscientes, el sufrimiento por la pérdida de valores religiosos, el "Dios desconocido", llamar a la puerta y querer entrar pero no poder hacerlo, nuestra incapacidad para comprender el mal, y el mundo de lo femenino anhelando la redención, entre tantas cosas más.
Y es que las pinturas de Birkhäuser provienen de los pozos profundos de los sueños y eso les da una forma auténtica; al final de todo, son espejos de procesos de sanación en el alma.
Peter nació el 7 de junio de 1911 en Basilea, Suiza. Su infancia se vio ensombrecida por la temprana muerte de su madre, pero ya de niño había decidido que quería ser pintor. Un cuadro medieval de un caballero con armadura en la galería de arte de Basilea lo había fascinado tanto que pensó para sí mismo: “Debo convertirme en pintor. Quiero aprender a pintar caballeros así”.
Fuente: The Door of Perception
Birkhäuser estudió arte y durante dos décadas su actividad artística encontró simpatía y aprobación general.
Una noche, mientras trabajaba en su estudio, una polilla revoloteó y se posó contra el exterior del cristal de la ventana. Birkhäuser convirtió este evento en una pintura en la que la polilla parece tener proporciones monstruosas.
Interpretó esta imagen años después como una representación de su propio estado de ánimo. A la polilla, imagen del alma, el cristal le impedía alcanzar la luz, es decir, su conciencia. Había crecido en un ambiente racionalista y agnóstico, y sus instintos estaban todos en contra de lo inconsciente o lo religioso.
Los problemas que presentaba la pintura de la polilla se habían convertido involuntariamente en una crisis de mediana edad en la vida de Birkhäuser cuando tenía unos treinta años. En ese entonces, el artista perdió su antiguo entusiasmo por su trabajo, pintar requería cada vez más esfuerzo. En aquellos tiempos complicados, estar de pie durante largos períodos a medio terminar era la constante, y terminar un trabajo solo traía sentimientos de disgusto.
Pintar le producía una sensación de impotencia y sufría ataques de depresión cada vez más frecuentes, y fue en este estado de perplejidad que Birkhäuser y su esposa, Sibylle, se encontraron con las ideas de Carl Gustav Jung, e impresionados, comenzaron a anotar y analizar sus sueños.
Birkhäuser y su esposa entraron en análisis con la analista junguiana Marie-Louise von Franz y desarrollaron una amistad con el mismo Jung. Cerca del comienzo de su análisis, Birkhäuser soñó con una enorme mantis religiosa que lo atacaba y contra la cual estaba decidido a defenderse.
Y fue así que el lado creativo de la personalidad de Birkhäuser exigía la búsqueda de un nuevo valor espiritual.
Fuente: The Door of Perception
A lo largo de 35 años, tomó notas sobre más de 3 mil 4000 de sus sueños, y su trabajo se centró cada vez más en las imágenes que emergen de su inconsciente.
Su nuevo trabajo no fue bien recibido por la comunidad artística de la época, pero, vistas hoy, sus vívidas pinturas son un testimonio sorprendente de la realidad disruptiva y transformadora de la individuación, el propósito de la psicología junguiana, que es buscar la totalidad de la personalidad por trayendo los contenidos inconscientes a la realidad.
En 1953, Birkhäuser pintó “La herida del mundo”. Enfurecido y desesperado, emborronó la imagen en el lienzo sin creer que saldría algo razonable. Había estado obsesionado por el rostro en sus sueños durante cuatro años y sintió que esta pintura de un hombre dividido no era en ningún sentido producto de su voluntad consciente.
Las pinturas nuevas y extrañas de Birkhäuser fueron recibidas con incomprensión.
Durante este tiempo no pudo mantenerse a sí mismo con su arte y se vio obligado a vivir del trabajo publicitario. Su esposa, su crítica más leal y constructiva, murió repentinamente en 1971. Ese año Birkhäuser vio el comienzo de un grave problema pulmonar y una creciente discapacidad física. Sin embargo, los últimos cinco años de su vida estuvieron acompañados de un notable progreso en su desarrollo espiritual y productividad artística.
Se dedicó exclusivamente a hacer realidad estas imágenes inconscientes, y así dio vida a su obra más influyente, y fue así como pocos artistas han evocado tan poderosamente la misteriosa otredad del inconsciente.
Superar su tradición muerta y su arte estéril no fue tarea fácil, ya que tuvo que hacer una gran ruptura y pintar un cuadro completamente de acuerdo con su propia imaginación, sin un modelo del mundo real, pero lo logró, aunque con mucho dolor.
Así, sus imágenes de fantasía reflejan no solo la situación psicológica personal del artista, sino también el espíritu de la época, revelando lo que está sucediendo en las profundidades del inconsciente colectivo en todas las personas de nuestro tiempo.
Toda su carrera demostró que su vocación especial como artista era dedicar sus habilidades a un mayor espíritu creativo y usar su arte para revelar, no solo la crisis y la debilidad de nuestro tiempo, sino, lo que es más importante, las reacciones y los impulsos curativos de la psique autónoma.
Por eso, su arte no es fácil de descifrar: simplemente están ahí y desean ser experimentados.