Desde la década de 1980, Michiko Kitamura ha sido la encargada de diseñar algunos de los vestuarios más emblemáticos del cine japonés, unos que crea bajo su visión de la naturaleza, la literatura, la cultura japonesa y sus interacciones con la gente.
A diferencia de muchos de sus contemporáneos, Michiko descubrió su vocación cerca de cumplir los 30 años, ya que después de dedicarle sus primeros años a la escultura y una exhaustiva gira por los Estados Unidos y París, regresó a Tokio para trabajar con Rei Kawakubo, donde exprerimentó con ropa, encantando a la diseñadora, quien a su vez llevó sus obras a otras áreas de la cultura pop como el cine y el teatro.
Fuente: Sabukaru.Online
Fue así que llegó el debut de la mirada de Kitamura en 1985 con la película And Then del director Yoshimitsu Morita, demostrando diseños con honestos y con voluntad de experimentar y observar que continúan viéndose vigentes 20 años después de su estreno, lo que la coloca en una categoría posmodernista.
Estableció su marca y empezó la década de 1990 considerada una autoridad de la moda vistiendo a celebridades, actores y modelos, expandiendo su idea visionaria a Europa y Sudamérica y colaborando frecuentemente con Elle Japan, Vogue y Loewe, por nombrar algunos, mientras también continuó su triunfante entrada al cine, donde adquirió una fama notoria, no solo por los diseños, sino por su fuerte caracter.
Es claro que el diseño de vestuario, como muchas otras características de una película, es un trabajo realmente duro, principalmente porque uno debe tener una buena comprensión de la personalidad, el gusto y la visión del director sobre la película en cuestión.
Es por esto que para que Michiko pudiera aceptar un trabajo como el de jefa de vestuario en una producción de cine, siempre debía sentir cierta libertad creativa y conexión con el guión, así como la forma en la que la historia interconecta el tejido con las emociones y el personaje que será retratado le permita ser más que una simple estilista.
Con sus referencias a Rei Kawakubo y Martin Margiela, así como su encanto por el folk japonés, logró prendas sutiles y conceptuales que respiraban vida por sí solas, abriendo a su vez la conversación para discutir los logros en el vestuario del cine del país.
Como una creativa en constante evolución, y una de las pocas mujeres que consiguió ganarse la vida dentro de aquella industria, la mayor parte de su trabajo se basa en reafirmar sus valores y romper la cuadrícula binaria de lo que podemos considerar ropa masculina o femenina.
Fuente: Sabukaru.Online
Y es que, difuminando estas líneas, Michiko Kitamura reveló un espacio en blanco donde los colores, la textura, las formas y los patrones coexisten de una manera que recuerda a John Galliano o Dries van Noten, diseñadores que la inspiraron a empujar en esa dirección, especialmente en una década donde la inmersión a la tecnología rompía con fuerza todos los modelos tradicionales.
Para la propia artista, el no ser consciente del género para el que ha sido diseñada su ropa es lo que precisamente ha desencadenado su atractivo trascendental.
A lo largo de los años, muchos críticos han descrito el trabajo de Kitamura como poco convencional, por lo que también ha encontrado un cierto rechazo en el cine y publicidad tradicional, donde ella relata que la fama y las conexiones son una monedad más válida que el talento, pero también es por ese tipo de presión que Kitamura ha encontró su lugar entre las producciones independientes y plataformas lo suficientemente experimentales como para dejar florecer sus ideas.
Al día de hoy, continúa haciendo trabajos para cine así como diseños de bolsas y ropa para marcas. Puedes ver su trabajo en las siguientes películas:
Ichi The Killer, de 2001, por Takashi Miike
Koi No Mon, de 2004, por Suzuki Matsuo
Sukiyaki Western Django, de 2007, por Takashi Miike
Si crees que algo es hermoso, sigue mirando. Porque eso es más importante que cualquier otra cosa. Si hubiera escuela que diera una mejor lección que estar fascinado por la belleza de las flores de cerezo, podría encontrar valor en aquella escuela, pero no pude. Así es como aprendí a pensar por mí misma. Significa mirar algo. Hay un gusto en ver. Entonces, ¿por qué los niños que no quieren ir a la escuela tratan de ir a la escuela?