Las infinitas posibilidades de la animación se potencian cuando hablamos de ciertos directores como Eiichi Yamamoto, que lejos de crear cosas tiernas para niños, se convirtió en el creador de maravillas ópticas que suelen ser oscuras, transgresoras, sexualmente cargadas y psicológicamente complejas.
Yamamoto, nacido el 22 de noviembre de 1940, es un director de cine japonés y guionista de anime que saltó a la fama después de dirigir la serie de películas Animerama concebida por Osamu Tezuka, que incluye Belladonna of Sadness, una reinvención de la historia de Juana de Arco, Las Mil y Una Noches, y Cleopatra.
Este cineasta dirigió 10 películas entre 1962 y 1986, y su obra de 1973, Kanashimi no Belladonna, que fue inscrita en el 23º Festival Internacional de Cine de Berlín, resalta como su entrega más importante entre los críticos de su cine.
Además del trabajo cinematográfico, Eiichi Yamamoto también se desempeñó como director en el anime de televisión Space Battleship Yamato y escribió el guión de la adaptación cinematográfica de 1977.
Sus experimentos de animación vanguardista como El Submarino Amarillo o El Planeta Salvaje fueron intentos de presentar una alternativa madura a Walt Disney, manteniendo su fidelidad a los aires de ruptura social y cultural que vivieron las décadas de 1960 y 1970.
La visión de Yamamoto no ha perdido frescura y sirve como recordatorio de la importancia de los cuentos de hadas clásicos en nuestro inconsciente colectivo como gran vehículo donde poder reflejar dilemas atemporales como el amor, el sexo, el poder o la lucha de clases.
Como el mismo Eiichi, hay directores alrededor de todo el planeta que utilizan el potencial de la animación para evocar mundos interiores expresionistas y transportar a los espectadores a reinos de lo fantástico y lo extraño.
A continuación te presentamos algunos de los ejemplos más innovadores que superan los límites y retan a la mente.
The Fabulous Baron Munchausen, de Karel Zeman
El surrealismo checo se hace presente a través del stop-motion de Zeman, quien evoca las aventuras del legendario y presumido barón, cuyas hazañas lo llevan de la luna a la Turquía del siglo XVIII, al vientre de una ballena y más allá.
Protagonizada por Milos Kopecký, la película es una maravilla caleidoscópica que combina acción en vivo con técnicas como el stop-motion, collage recortado, títeres, fondos pintados y tintes antiguos.
Esta entrega de Karel Zeman es un deleite visual estimulante y un giro afectuoso a través de una época pasada demasiado fascinante para haber sido cierta. Sus innovaciones pioneras en el uso de la acción en vivo y la animación lo marcan como uno de los grandes maestros del cine animado del siglo XX.
Son of the White Mare, de Marcell Jankovics
Compuesto por colores brillantes y relucientes, esta película húngara de 1981 es un cuento popular húngaro que dobla, gira y se transforma con una energía que lo consume todo y que nunca se detiene.
Para algunos críticos, Son of the White Mare puede ser la película animada psicodélica más grande jamás realizada.
Un poema épico y un mito de origen, este segundo largometraje de Jankovics tiene lugar en una tierra abstracta de luz brillante y sombras geométricas. Ahí donde un caballo da a luz a un niño humanoide mientras huye de seres sombríos.
Después, este cría al niño en las entrañas de un árbol gigante mientras él se entera de la forma en que el reino de su padre fue destruido por malvados dragones desatados desde el infierno, así que crece hasta convertirse en una figura conocida como Treeshaker que busca arreglar las cosas en el universo.
Mind Game, de Masaaki Yuasa
Mind Game es una película experimental japonesa de animación de 2004 basada en el manga de Robin Nishi, dirigida por Masaaki Yuasa
La película sigue a Nishi, un perdedor que está enamorado de su novia de la infancia, que después de un encuentro mortal con la mafia japonesa, muere y llega al cielo para reencarnar en un dios voluble y cambiante, y luego es tragado por una ballena colosal.
Esta fantasía animada japonesa se desenvuelve como una broma alimentada por alucinógenos que solo termina después de que Nishi descubre que el mundo no gira en torno a él.
The Wanted 18, de Amer Shomali y Paul Cowan
The Wanted 18, presentada en 2014, es un documental animado palestino-canadiense sobre los esfuerzos de los palestinos en Beit Sahour, un pueblo al este de la ciudad de Belén, para iniciar una pequeña industria lechera local durante la Primera Intifada, un movimiento popular en Palestina en contra de las fuerzas israelíes, ocultando un rebaño de 18 vacas lecheras de las fuerzas cuando el colectivo lechero se consideraba una amenaza a la seguridad nacional de Israel.
Chistosa y estimulante para la mente, esta película combina entrevistas documentales con los involucrados en los eventos, metraje de archivo, dibujos, animación stop-motion en blanco y negro, así como recreaciones. Es co-dirigida por el cineasta canadiense Paul Cowan y el artista visual y director palestino Amer Shomali.
Al final, es una película conmovedora sobre la construcción de una nación de abajo hacia arriba, es decir, por la gente, no por los políticos.