Cuando hablamos de Marilyn Monroe se nos viene a la cabeza su seductora imagen, pero no que era una lectora de lo más exigente y gran admiradora de poetas en todos los idiomas.
Hay tantas cosas que no se saben del más poderoso símbolo sexual del siglo XX que, sencillamente, su historia parece no tener fin.
Hija ilegítima de una madre con problemas mentales, Marilyn fue violada cuando era una adolescente. Su verdadero nombre era Norma Jean Baker y se casó a los 16 años buscando llegar así a la meta, pero su vida no tenía rumbo alguno.
Su carrera comenzó con una foto erótica. En 1944 trabajaba en una fábrica cuando fue fotografiada por un periodista que realizaba un artículo sobre la contribución femenina a la economía durante la guerra. El fotógrafo pidió su autorización para tomarle más fotos y así fue como inició su carrera de modelo.
Pronto se hizo notar por Hollywood y firmó un contrato con la 20th Century Fox. Cambió su nombre por el de Marilyn Monroe, tomando el apellido de su madre y el nombre de la conocida actriz Marilyn Miller.
Tras dos matrimonios fallidos, Marilyn decidió prepararse para la actuación de alto nivel. Justo cuando estaba en su proceso de mejoramiento intelectual, apareció Arthur Miller, prestigiado dramaturgo, autor de Muerte de un viajero (1949), que lo lanzó a la fama.
Nadie sospechó que la relación entre el escritor y la bellísima actriz culminaría en matrimonio. Marilyn inspiraba el deseo de ser protegida y quien la conocía tenía deseos de ayudarla, de ser su madre o su padre.
Cuentan que en poco tiempo Marilyn comenzó a llamar a Arthur Miller papá en su afán de verlo como su protector. Sin embargo, este no la veía tan desvalida y pedía a la estrella que se cultivara para que disfrutaran de más temas en común.
Mucha gente vio en la decisión de casarse cierto oportunismo debido a que él era víctima de la cacería de brujas emprendida por el senador McCarthy. Miller sufría las investigaciones y condenas del Comité de Actividades Antiamericanas. Para no delatar a sus compañeros de su pasado comunista, se acogió al silencio, para lo que adujo la protección constitucional y que provocó que tuviera que enfrentarse a las acusaciones del comité.
Pese a las críticas, las recomendaciones y las amenazas de la Fox, Marilyn se trasladó de inmediato a Washington para declarar públicamente su apoyo y confianza en su futuro esposo. Como resultado de este periodo escribió Las brujas de Salem, una de las mejores obras de Miller.
Cuando finalmente firmaron las actas de matrimonio en Nueva York, el 29 de junio de 1956, y dos días después se unieron mediante el rito judío, respetando la religión del novio, parecía que una nueva vida empezaba para Marilyn.
Marilyn Monroe y Arthur Miller sonrientes al pasear. Fuente: Vanity Fair
Lo que para Miller era el fin único de su vida en ese momento, para ella era un sueño de felicidad, tanto más encantador cuanto más inverosímil.
El intelectual profundo, tímido y serio se había casado con la rubia superficial. Marilyn tomó su papel de esposa convencional muy en serio, se ocupaba de su hogar, se llevaba bien con sus suegros, con los hijos del matrimonio anterior de Arthur y trató de cultivarse lo más que pudo.
La gran sombra en su matrimonio fue que Marilyn era una persona depresiva que quería hacer creer a todo el mundo que era feliz, pero Miller no estaba convencido. Sabía que ella trataba de disimular para sufrir menos. Los maltratos de su infancia le habían dejado huellas muy profundas que, con el tiempo, empeoraban.
Aunque no le gustaba trabajar para el cine, Miller decidió escribir un guión especialmente para Marilyn, el de la película Vidas rebeldes.
Lo anterior no fue suficiente y mientras Miller viajó a Nueva York por su trabajo, Marilyn filmaba Let's make love, con Yves Montand, con quien tuvo un breve romance y quedó embarazada.
Tras aquel caos, la bella actriz no vio otra opción que recurrir a las drogas y el alcohol. Después de cuatro años, los Miller se separaron en 1961. Cuentan que Marilyn quedó destrozada, pero su vida con Arthur Miller se había complicado demasiado.
Tan solo un año después, el 4 de agosto de 1962, a los 36 años, Marilyn fue encontrada desnuda bajo la sábana, la cabeza despeinada, apoyada en la almohada con el auricular del teléfono descolgado al lado de la cama. Dicen que había tratado de comunicarse, desesperadamente, con Robert Kennedy, pero esto nunca lo sabremos con certeza.