El talento, belleza y sensualidad de Marilyn Monroe (1926-1962) la llevaron a convertirse en una de las actrices más famosas del siglo XX y, sobre todo, a ser un icono pop y un símbolo sexual.
A lo largo del mundo, artistas de todas las disciplinas han encontrado inspiración en la actriz californiana y la han adoptado como su musa.
Hoy, en un aniversario más de su nacimiento, la recordamos a través del arte de tres grandes que la inmortalizaron en sus obras.
Andy Warhol
Tras la trágica muerte de Marilyn en 1962, Andy Warhol realizó una serie de pinturas a modo de tributo a la actriz.
Warhol comenzaba a experimentar con la serigrafía y usando retratos de una imagen publicitaria de la película Niágara, realizó una serie de pinturas que alcanzarían fama mundial.
Andy encontraba en Marilyn todo lo que representaba al Estados Unidos de los 60: promesas, belleza, placer, fama y tragedia.
El estadounidense icono del Pop Art tenía una fascinación por Marilyn y realizó cerca de 40 pinturas sobre ella.
Seward Johnson
El escultor estadounidense Seward Johnson, famoso por sus figuras en bronce y de tamaño natural también encontró inspiración en Monroe.
Forever Marilyn es una escultura que se instaló en 2011 en avenida Michigan, en Chicago, Estados Unidos.
La obra, que mide casi ocho metros de altura y pesa más de 15 mil kilos recrea la famosa escena de la película La tentación vive arriba (1955), en la que la actriz pasa por una rejilla de ventilación en Manhattan y el aire expulsado de ésta levanta su vestido.
Hecha de acero inoxidable y aluminio, la figura logra captar la esencia de una de las secuencias más sensuales de la pantalla grande.
Bert Stern
Fueron varios los fotógrafos que inmortalizaron a la diva de Hollywood, pero el estadounidense Bert Stern sería quien retrató a la actriz en los últimos meses de su vida.
The Last Stitting es una colección de 2 mil 571 fotografías tomadas a Marilyn Monroe en 1962 en el hotel Bel-Air de Los Ángeles.
Stern realizó el reportaje seis meses antes de la muerte de la actriz, las fotografías mostraban a una Marilyn sin maquillaje, con ropa muy transparente, mostrando su lado más natural.
Las fotos fueron presentadas a la revista Vogue, pero al resultar muy atrevidas para la época, tuvieron que realizar una segunda sesión.