Concretismo, la poesía a la cabeza de todo

21 de Julio de 2021 a las 10:17 hrs.
Fuente: Exposición Nacional de Arte Concreto, en el Museo de Arte Moderno de São Paulo
Fuente: Exposición Nacional de Arte Concreto, en el Museo de Arte Moderno de São Paulo

 

El concretismo se puede definir como el primer movimiento de vanguardia en el que la poesía brasileña desempeñó un papel de liderazgo en el plano internacional.

Dado a conocer oficialmente en 1956, el concretismo, desde su nacimiento, no tardó en llegar a varios países de Europa, las Américas, e incluso Japón a través de los poetas Kitasono Katsue, Seuchi Niikuni y Fujitomi Yasuro.

Debido a sus raíces que radicaban fuertemente en la evolución de la literatura brasileña a partir de las corrientes del Modernismo (1922 a 1930), Postmodernismo (desde 1930 a 1945) y Neomodernismo (hasta la fecha), la poesía concreta brasileña, que se proclamaba verbi-voco-visual y rompía los límites de la bellas letras, el concretismo no tardó en rápidamente encontrar su lugar en la contemporaneidad de los desarrollos de las artes, la arquitectura y la música, entre tantas muchas cosas más.

De acuerdo a los estudiosos de la letra, los autores concretistas sienten la necesidad de prescindir por completo de la estructura sintáctico-discursiva del verso, que consideraban que había llegado a caminos sin salida con el hermetismo y la poesía pura, por lo que hicieron el intento de crear un nuevo medio de expresión poética prescindiendo de la frase, utilizando palabras desarticuladas expresadas a través de la repetición o espaciamiento de las mismas palabras.

Es ahí, por medio del poder de sugerencia que su grafismo poseía, que dicha forma adquiere su definición de concreto en lugar de abstracto. El orden que adquieren en la página, además, la define como unidad poética. 

De acuerdo a un análisis del poeta Haroldo de Campos, la poesía concreta inició como una forma de superar el verso como una unidad rítmica formal, y se presentó formalmente en 1956 en la Exposición Nacional de Arte Concreto, en el Museo de Arte Moderno de São Paulo, sin embargo, se había ido gestando desde principios de la década como parte de un movimiento o tendencia.

En Italia, en 1943, viviendo los estragos del futurismo, una corriente que solía experimentar con tipografía, fuertemente influenciado por la poesía cubista, el poeta Carlo Belloli escribió proféticamente sobre la idea de que ver era más importante que escuchar, y produjo una nueva forma de poesía que llamó Testi-poemi murali. De acuerdo a Mary Ellen Solt en un artículo de 1968 para Indiana University Press, tales textos fueron los primeros ejemplos de poesía concreta.

Sin embargo, los primeros textos que cumplen estrictamente con los términos del concretismo se leyeron en 1958 con la letra de Augusto de Campos, su hermano Haroldo de Campos y por Décio Pignatari, quienes formaron grupo bajo el nombre de Noigandres.

También el suizo-boliviano Eugen Gomringer, con Konstellationen, y el poeta brasileño-sueco Öyvind Fahlström, con su Manifiesto de poesie konkre, destacaron la importancia del ritmo, fortaleciendo así la corriente que se expandía rápidamente. 

Dado que la necesidad de dar un golpe de gracia a los elementos de expresión tradicionales de la letra escrita se sentía en el ambiente desde hacía mucho tiempo, el concretismo fue finalemente esa ola que muchos esperaban, convirtiéndose en un movimiento internacional con repercusión hasta hoy, inspirando corrientes neoconcretistas y posconcretistas en Brasil, poniendo las bases para el éxito de poetas como Ferreira Gullar, considerado por muchos como el más trascendente del país.

Ezra Pound, Apollinaire, Eisenstein, Mallarmé, James Joyce, Oswald de Andrade y João Cabral de Mello Neto son considerados sus máximos precursores.

Uno de los poemas concretos más reconocidos es The Mouse’s Tale, de Lewis Carroll:

 

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Fuente: Lifeder