Glenda Jackson, la ganadora de dos premios Oscar, quien abandonó una exitosa carrera en el cine y el teatro a sus 50 años para convertirse en miembro del Parlamento Británico, y luego regresó a los escenarios a los 80 años interpretando al personaje principal en El rey Lear, falleció este jueves en su hogar en Blackheath, Londres. Tenía 87 años.
Su muerte fue confirmada por Lionel Larner, su agente de toda la vida, quien explicó que murió tras padecer una breve enfermedad.
Tanto en el escenario como en la pantalla, Glenda Jackson demostró que la pasión, el dolor, el humor, la ira, el afecto y mucho más estaban dentro de su rango. "Me gusta correr riesgos", dijo a The New York Times en 1971, "y quiero que esos riesgos sean mayores que los confines de una estructura que simplemente busca entretener".
En ese momento, ya había ganado reconocimiento y notoriedad por interpretaciones en las que se mostraba a sí misma, tanto física como emocionalmente, notablemente como una feroz Charlotte Corday en la producción de Peter Brook de Marat/Sade de Peter Weiss, y como la atormentada esposa de Tchaikovsky en la película de Ken Russell, The Music Lovers.
A sus 80 años, Jackson regresó al teatro. Foto: The New York Times
También ganó su primer premio Oscar a la mejor actriz por interpretar a Gudrun Brangwen en Mujeres enamoradas (1969), de Ken Russell. El segundo fue por su interpretación de la elegante divorciada Vickie Allessio en Un toque de distinción (1973).
Glenda Jackson se dedicó a la política en 1992 y fue elegida miembro del Parlamento representando la circunscripción de Hampstead y Highgate por el Partido Laborista. Después de que el partido tomara el control del gobierno en 1997, se convirtió en ministra junior de transporte, pero renunció al cargo dos años después antes de un intento fallido de convertirse en alcaldesa de Londres.
No se presentó a la reelección en 2015, declarándose demasiado mayor, y pronto regresó a la actuación.
A lo largo de su carrera, Glenda Jackson mostró un poder emocional que, muchas veces, resultaba aterrador y una voz que podía pasar de un murmullo a un rugido de furia o desprecio, aunque su físico delgado sugería una vulnerabilidad tanto interna como externa.
Sus destacados papeles en la pantalla grande incluyeron a la atormentada poetisa Stevie Smith en Stevie (1978) de Hugh Whitemore, y a la necesitada divorciada Alex Greville en Domingo, maldito domingo (1971) de John Schlesinger. En Broadway, recibió elogios como la neurótica Nina Leeds en Extraño interludio de O'Neill en 1985, y obtuvo un premio Tony a la mejor actriz por su papel como una mujer de más de 90 años enfrentando a la muerte en Tres mujeres altas, de Edward Albee, en 2018.