Entre las muchas cosas que se decían de Greta Garbo, una gran leyenda de Hollywood, es que tenía un amante, que era mujer y que se llamaba Mercedes de Acosta.
Durante muchos años se han escrito libros y reportajes sobre su imagen, sensual, misteriosa y enigmática. En todos esos escritos se menciona el nombre de Mercedes de Acosta relacionado sentimentalmente con el de Greta.
En 1960 apareció un libro de memorias, Here Lies the Heart, en donde su autora, Mercedes de Acosta, relata, con lujo de detalle, sus relaciones lésbicas con varias mujeres entre las que destacan de una manera espectacular los affaires que tuvo con las dos más célebres divas de la pantalla, Marlene Dietrich y Greta Garbo.
¿Mercedes de Acosta? ¿Quién era esa mujer que, aparentemente, conquistó a la "divina" Greta Garbo? La mujer a quien se le atribuían enamorados en todas partes del mundo.
La escritora Mercedes de Acosta. Foto: El País
Mercedes nació el 1 de marzo de 1893 y fue la menor de una familia cubana-española de ocho hijos. Creció en una atmósfera de privilegios en una elegante casa en pleno Manhattan, en Nueva York, situada en la calle 47, entre la quinta y la sexta avenidas, cerca de la casa de Teddy Roosevelt.
En Cuba se crió en un ambiente lleno de lujos, rodeada de personajes de novela, hacendados, revolucionarios, millonarios, intelectuales, tíos y tías, excéntricos libros, mitos y leyendas de familia. Se decía pertenecer a la casa de Alba.
En las reuniones sociales se mezclaba la aristocracia europea como la Reina Marie de Rumania, con artistas como Igor Stravinsky y Auguste Rodin, y autores como Anatole France.
Sin embargo, su infancia se vio trastornada por los suicidios de su padre y de su hermano, que la marcaron para el resto de su vida. El temor a caer en la depresión siempre la acompañó. De ahí que nunca abandonara su pequeña pistola Colt.
Hacia 1920, era conocida por ser una entusiasta amante de las mujeres. El lesbianismo declarado de Mercedes se le atribuye al hecho de que su madre esperaba tener un hijo varón y al nacer ella fue tan grande la decepción, que la vistió de varón y no sólo recurrió al travestismo, sino que también la llamaba Rafael.
Cuando después de un altercado, un compañero la llamó mujercita, la criatura de 7 años se dio cuenta de que no era hombre y fue tal su impresión que hasta enfermó. A partir de entonces la vistieron de niña y la llamaron por su nombre, Mercedes.
Como pertenecía a una importante familia y era una época en que la elección sexual era totalmente imposible, tuvo que aceptar que tenía que casarse. A su madre le gustaba Abram Poole, un chico de la alta sociedad de Chicago con dinero y 10 años mayor que Mercedes, a quien no le disgustaba el candidato.
El matrimonio se llevó a cabo. Poole aceptó, en un principio, las excentricidades de su joven y original esposa, pero no pudo tolerar sus tendencias sáficas.
Mercedes tenía ambiciones literarias. Quería ser guionista cinematográfica y el mundo del cine le podía ofrecer la oportunidad que brindaba a jóvenes escritores creativos, y porque quería encontrarse a la mujer que la tenía obsesionada y que se había convertido en una verdadera fijación. Se sentía atraída como por una fuerza magnética por la Garbo, a quien sólo había visto de lejos.
Mercedes se jactaba de que era capaz de robarle la mujer a cualquier marido y conquistar a Greta Garbo representaba un reto para ella, alcanzar lo inalcanzable, sobre todo que le habían dicho que la estrella de cine no era lesbiana, pero que podría serlo.
No existe ningún factor que determine las tendencias sexuales de los seres, pero la aparente androginia en la forma de vestir de la Garbo dio a Mercedes una señal de que sólo tenía que motivarla para que libremente aceptara el amor que le ofrecería. No sabemos, de hecho, cómo Mercedes fue descubriendo y asumiendo su orientación sexual, pero su identidad homosexual estaba bien consolidada.
A finales de 1930, Mercedes recibió una llamada telefónica mediante la cual le anunciaban que había sido requerida para presentar un guión sonoro para Pola Negri, gran estrella del cine mudo. Esta era la oportunidad que necesitaba para acercarse a Greta.
Cuando se conocieron por primera vez en 1931, Garbo tenía 25 años y Mercedes, 39. Tal y como lo presintió, la impaciente enamorada, la impresión fue impactante. Dos días después de este encuentro, Garbo invitó a Mercedes a desayunar. Pusieron discos y bailaron Ramona, cantada por Dolores del Río, y tangos que estaban muy de moda.
A partir de entonces, Greta procuraba a su nueva amiga cada vez que sentía deseos de estar acompañada. La divina, como se referían a ella, era una mujer muy peculiar, distante, solitaria y sumamente privada. Nacida en Estocolmo, Suecia, en 1905, Greta Lovisa Gustafsson fue descubierta a los 17 años por el director del cine mudo Mauritz Stiller y materialmente la inventó.
La joven provenía de un hogar muy humilde, donde el padre alcohólico reñía constantemente con su esposa, una mujer amargada y violenta que se ganó el resentimiento de su hija por los malos tratos que daba a todos los de su familia, en especial al padre, al que Greta quería mucho. Stiller la sometió a un duro adelgazamiento, le enseñó cómo vestir, cómo utilizar los cubiertos correctamente y cómo moverse y, por supuesto, la convirtió en su amante, llevándosela a Hollywood en 1925. Ahí empezó la leyenda de Greta Garbo, un personaje andrógino, romántico y misterioso. Tuvo romances sonados con galanes de la pantalla como John Gilbert y personajes como Leopold Stokowsky y el millonario George Schlee.
La actriz Greta Garbo. Foto: Diario de Sevilla
Por un tiempo Greta y Mercedes fueron inseparables. Pasaron unos días en una isla de la Sierra Nevada californiana que Mercedes consideró como "las seis semanas más felices de mi vida". Viajaron juntas a Estocolmo, en donde Greta, excepcionalmente, le enseñó la casa en donde pasó su infancia. Por todos lados se les veía juntas. Juntas, vestidas de una forma muy masculina, dejaban boquiabiertos a todos aquellos que las advertían.
De todas las amantes que había tenido De Acosta, ninguna la impactó y encantó tanto y tampoco ninguna la hizo sufrir como lo hizo Greta. Era tal la pasión de Mercedes y tantas las demostraciones de amor y de celos que rápidamente la Garbo se empalagó y se hartó. Empezó a frecuentarla menos y a viajar sin ella. Marlene Dietrich, con quien Mercedes reemplazaba una apasionada relación amorosa se convirtió en su confidente.
Durante 10 años se escribieron cartas en un tono siempre muy tierno y delicado. El rompimiento final vino cuando Mercedes publicó sus Memorias, mismas que disgustaron mucho a la Garbo, a pesar de que trató la relación entre ellas con bastante discreción. Greta no quiso volver a verla jamás.
Cuatro décadas después, las 55 cartas, 17 tarjetas postales y 15 telegramas fueron abiertos por el Museo y Biblioteca Rosenbach en Filadelfia, después de que fueron donadas por Mercedes de Acosta. Estas misivas son la crónica de una amistad que duró 28 años, pero no dan, a simple vista, ninguna evidencia de una relación lésbica entre la sueca Garbo y la española De Acosta, lo que no es de extrañarse pues eran otros tiempos.