Luis Rodríguez Gordillo es el gran pintor abstracto con estilo es tan inconfundible como sus colores.
Miembro una generación irreductible que hizo las maletas en la década de 1960 y se placeó por París, Londres y Nueva York para convertirse en uno de los primeros artistas que reconoció utilizar el psicoanálisis, al que se sometió para luchar contra una depresión crónica como inspiración.
Nace en Sevilla en el año 1934. Su padre era un médico vallisoletano y su madre sevillana. Desde muy pequeño estudió piano hasta sus años en la facultad, donde estudia Derecho en la Universidad de Sevilla, pero no llega a finalizar sus estudios para dedicarse a su verdadera vocación, la pintura, a la que había sido introducido por Santiago del Campo, un joven pintor que acababa de regresar de Roma.
En 1956 se matricula en la Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría en su ciudad natal sin la aprobación de sus padres, y así arranca su fantástico recorrido artístico.
En 1958 viaja a París, donde entrará en contacto con el informalismo vigente, pero también con el tachismo del pintor alemán Wols y con el art brut de Jean Dubuffet.
Regresando a Sevilla, nota el contraste que existe con la capital francesa, y desencantado abandona sus estudios de Bellas Artes para regresar a París en 1959, esta vez para permanecer allí por dos años, para luego tener su primera exposición individual en Sevilla.
En 1962 realiza su segunda exposición en Sevilla y se traslada a vivir a Londres durante unos meses. Se establece definitivamente en Madrid en ese mismo año en busca de un ambiente artístico más moderno.
Gracias a su estancia parisina obtiene el diploma de la Escuela Central de Idiomas, que le permite ganarse la vida impartiendo clases de francés mientras continúa su trayectoria artística.
Tras descubrir el Pop Art de Andy Warhol y Jasper Jhons, y también la obra de Francis Bacon, su trayectoria artística toma un giro, y en 1963 comienza a psicoanalizarse, algo que afectará profundamente a su pintura.
Así mismo, el trabajo pictórico de Luis Gordillo tiene una dimensión psicoterapéutica, siguiendo un cierto pensamiento existencialista.
El propio artista describe su trabajo como una manera de huir y de poder superar la angustia vital.
En 1974, el Centro de Arte M-11 de Sevilla le dedica una exposición retrospectiva y la elaboración de un catálogo de su obra, y su obra comienza a ser ampliamente valorada en España, por lo que es seleccionado para participar en la Bienal de Venecia de 1976.
En 1982 se le concede el Premio Nacional de Artes Plásticas y desde entonces tendrá un amplio reconocimiento internacional. Se traslada a vivir al campo en una casa-estudio que se construye en Villafranca del Castillo, un pueblo ubicado en las afueras de Madrid.
Desde entonces hasta hoy, con sus 88 años de edad, su presencia es constante en cualquier exposición sobre arte español celebrada tanto en España como en el extranjero y se suceden sus primeras exposiciones individuales a nivel internacional.
Los reconocimientos llegan también en forma de premios con la concesión en 1991 del Premio Andalucía de Artes Plásticas y del Premio de la Comunidad de Madrid a la Creación Plástica.
Sus obras se pueden contemplar en los principales museos de arte contemporáneo de Norteamérica y Europa