Luminosa y delicada, María Moreno resuena en los anales de la cultura artística española como la reina del realismo, la sensibilidad y el intimismo de la pintura.
Con una obra escasa, parte de ella perdida ya que poco se sabe de su trayectoria, y más allá de que fue mujer de Antonio López, es autora de una pintura llena poesía, detalles, delicadeza y luz, capaz de captar la luz, o bien, el alma de las cosas.
María nació en Madrid en 1933 y se formó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde ingresó en 1954 para cursar los estudios de Bellas Artes, especializándose en pintura.
Sus cuadros iniciales eran tenebrosos, oscuros, inciertos, como se pudo comprobar en su primera exposición, en 1966 en la Galería Edurne. No fue sino hasta la década de 1980 que su carrera se hizo mucho más consolidada, con exposiciones en el extranjero y la influencia de Antonio López Torres, tío de su marido.
En ese momento, su pincel por fin se abrió a la luz y dejó que lo empapara todo en su obra.
Así, las flores cobraron otro valor, mientras sus muros blancos se volvieron antónimos de lo inasible; buscaba en las calles y en los cielos la capacidad celestial que tienen oculta; le brotó la intención de poner en el cuadro todo lo que quería expresar y no podía hacerlo con la palabra.
"Soy más pintora de la luz que de las formas bien colocadas. La luz que me gusta utilizar se adecúa bien a ese mundo frágil, sin peso, que se confunde con la atmósfera que le rodea”.
Con esa pasión y amor por el lienzo es que su nombre se desliga completamente del de su marido, que aunque fueron compañeros de aventuras, cada uno destacó por su delicadeza y su candor.
El propio Antonio López alaba de Moreno que su pintura hablara de algo... "se refiere a algo que tiene mucho valor: la pureza, la pureza de las cosas, en un mundo impuro”.
La pintura de María formó parte de varias muestras colectivas, como la organizada en 1991 en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, además de en numerosas colecciones privadas y colecciones públicas de Fundació Sorigué, Lérida; Artium, Vitoria; Museo de Arte Contemporáneo de Toledo; Colección Iberdrola, Bilbao; o el Kupferstichkabinett, Kunsthalle, Hamburgo.
María, una pintora que negó a permanecer invisible en el mundo del arte ni la sombra de su marido, murió el pasado 17 de febrero de 2020 a los 87 años.
Hasta el final de su vida fue miembro del grupo de los realistas madrileños.
María Moreno junto a Antonio López en 1994. Fuente: Cultura Inquieta