Hablar de Leonora Carrington es referirse a la pasión por el descubrimiento de la mente inconsciente y a las imágenes que nos encontramos en los sueños; a su arte poblado por figuras híbridas y bestias fantásticas que exploran los temas de transformación e identidad personal y sexual en un mundo condenado a un constante cambio.
Carrington, nacida en 1917, en Clayton Green, Reino Unido, hija de Harold Carrington y Maurie Moorhead Carrington, también volcó su imaginación siempre en llamas hacia una nueva conciencia, reformando los frecuentes estereotipos surrealistas de usar a la mujer como objeto del deseo masculino y recurriendo a su vida y amistades para representar autopercepciones y los vínculos de mujeres de todas las edades en entornos e historias dominadas por los hombres.
Sus decisiones tempranas empatan la forma extraordinaria que alcanzó durante su vida adulta, faceta que casi todos conocemos.
Leonora decidió que no sería una loca, ni el hermoso cadáver de nadie. Estuvo siempre segura de soltar la barda de su familia, su sociedad y su entorno como lo hacen muchas de sus bestias fantásticas a lo largo de sus murales.
Cómo hace el pequeño cocodrilo, Leonora Carrington. Fuente: Dónde Ir - Creative Commons
En 1937, dos años después de ser presentada en el Palacio de Buckingham a lado de otros pequeños jóvenes debutantes de la alta sociedad inglesa, escapó al pequeño pueblo de Saint-Martin-d'Ardèche, en Francia, con su amante casado, el célebre surrealista Max Ernst, donde transformaron su casa en una galería de arte con pinturas en los armarios y un mosaico de un murciélago que leía "¡Paloma, vuela!" en francés.
Ahí, su trabajo la acercó a los nombres de Pablo Picasso, Salvador Dalí y André Breton, entre otros, y donde comenzó a reclamar el heroísmo femenino que le es atribuida por lectores contemporáneos, viviendo un ejemplo espectacular de rebelión personal, negándose a ser musa de nadie a pesar del entorno de guerra que azotaba a toda Europa.
En ese tiempo, mientras el mundo padecía los estragos de la guerra, Leonora escribió, tanto para ella como para todos, dando vida a algunos de sus cuentos más fascinantes.
Y es que, a lo largo de su infancia, Leonora escuchó los relatos fantásticos que le contaba su nana irlandesa: cuentos de hadas, leyendas e historias de criaturas del folclor de los pueblos celtas.
Después ella, con una imaginación muy activa, creó sus propias historias, que compartió de forma oral con sus hijos y nietos, y que plasmó en sus pinturas, esculturas y escritos, llevando su mundo de ensueño y fantasía a todo aquel que lo quisiera conocer.
Es por eso que hoy te presentamos un top 5 con cuentos de Leonora que no debes perderte, una serie de obras literarias increíbles que te harán deslizarte en el surrealismo mágico que poseía. En ellos podrás leer el genuino interés por la alquimia y los cuentos de hadas con los que creció, interés que se percibe en su obra pictórica y escultórica.
1.- CONEJOS BLANCOS
2.- LA DEBUTANTE
3.- LAS VACACIONES DEL ESQUELETO
4.- LAS HERMANAS
5.- EL HOMBRE NEUTRO
El arte y la literatura fueron la pasión de Leonora y el medio para dar vida a una variedad de personajes maravillosos y seres mágicos, reconocibles en toda su obra, y que en sus cuentos aparecen a lo largo de sus alucinantes narraciones en formas diversas, desde divertidas hasta terroríficas y fantasmagóricas.
Al final de todo, las historias de Leonora Carrington transmiten belleza, hostilidad, orgullos, identificación, descubrimiento y nostalgia, encontrando al caballo, especialmente en sus pinturas, como la representación del potencial imaginativo de una mujer o una niña, potencial que los antagonistas de sus historias quieren controlar.
La recolección de estas historias en un solo tomo permite al lector adentrarse por completo en la imaginación de Carrington y fascinarse por sus historias fantásticas, el mundo onírico y su percepción de la realidad de forma macabra, satírica y brillante.