Iván Tovar fue un gran representante de la corriente del surrealismo internacional.
Es descrito como uno de los máximos representantes, heredero por propios méritos de aquellos principios estéticos, poéticos que han dado lugar a uno de los mayores y revolucionarios movimientos que tienen como espacio histórico el siglo XX.
Hizo primeros estudios en la pintura en la Escuela Nacional de Bellas Artes de la que egresó en 1959, promoción que fue el inicio de su preparación profesional.
En esa época presentó su primera muestra pictórica en Santo Domingo, causando un notable impacto entre público amante de la pintura, coleccionistas y críticos de arte.
Los críticos de la época entendieron que había aparecido la fuerza de un pincel joven con vocación de permanencia y trascendencia, y así fue que su inclinación neosurrealista apenas comenzó a definirse.
En 1963 llegó a París a estudiar pintura gracias a los esfuerzos de su familia, ciudad en la que se insertó rápidamente en los círculos de los pintores de esa corriente y en la que permaneció durante 20 años.
Cuando Iván llegó a la capital francesa en 1963, su obra se centró y definió, pensada en criterios formales propios. Con solo 21 años de edad, este artista tuvo la posibilidad de comunicar e intercambiar con el grupo de artistas republicanos españoles que vivieron en Santo Domingo, entre ellos Fernández Granell, y heredó las circunstancias de la historia que hizo posible que el pensamiento trans-vanguardista se instalara en la Escuela Nacional de Bellas Artes.
Todo indicó que desde su temprana juventud intercambió cuestionamientos, ocurrencias e ideas, con muchos intelectuales y artistas que hicieron de la imagen el eco que permite ir más allá de la palabra.
París en esos años disfrutaba de la presencia de significativos representantes del pensamiento y del arte latinoamericanos, Diego Rivera, Wilfredo Lam, entre otros importantes artistas vivieron esos momentos del Movimiento, y se acercaron a él, entendiendo que la conceptualización intelectual del surrealismo no les seducía más que toda la proyección que sus culturas respectivas les ofrecía a través de las leyendas y los mitos, del sincretismo y la religiosidad que en todo momento alzaba una dimensión al imaginario sobrepuesta a la realidad y por encima de ella.
Su primer galardón como artista llegó con el segundo lugar en la categoría Dibujo del IV Concurso de arte Eduardo León Jimenes de 1968, y así comenzó su proyección internacional.
La contextualización visual y social de su cultura de origen le permitió alcanzar y dialogar orgánicamente con un surrealismo puesto al alcance de la vida misma, por esto no vio ni sintió la necesidad de afiliación con el grupo de Bretón.
Posteriormente radicó en Santiago de Compostela, donde continuó pintando y perfeccionando su estilo.
Sus dibujos fueron evolucionando con el paso de los años, y obtuvieron una profundidad ejecutada con la precaución y la delicadeza de una línea directa y sutil que son cuerpo y arquitectura de una posible escultura.
Frente a una línea fina y segura, se siente una conectividad con el conjunto de los trazos, la búsqueda de un volumen, como si el artista no estuviera conforme con el plano llano.
Los trabajos gráficos de Tovar nos conducen a pensar que estamos frente a estudios gráficos para una obra escultórica. Este efecto se confirma cuando el dibujo invita a la pintura, porque la obra de Tovar es ante todo dibujística y la cromática viene a dar volumen y emoción a la forma.
En sus dibujos, Tovar contiene en sus dibujos esa sensualidad del volumen y de la redondez, pues en ocasiones y tomando el tiempo casi meditativo de mirar sus obras, algunas de ellas salen a través de la mirada del lienzo para convertirse en sujeto de una estatuaria onírica. Entonces, esas sus orgánicas mecánicas, minerales y anatómicas, desatan en el vidente toda una alegoría libre.
Tovar, principal exponente del neosurrealismo, que define el movimiento de reaparición del movimiento surrealista, es el mas cotizado pintor dominicano en el plano internacional, aunque sigue siendo un desconocido para la gente joven de hoy, no obstante, su fuerza y permeabilidad en el arte continúa siendo innegable y palpable.
En el neosurrealismo su arte representa sueños y fantasías o visiones del inconsciente de la mente, y a lo largo de su vida, Iván lo quiso así a través de la pintura, la fotografía, y el arte digital y gráfico.
En el mundo "tovariano" no se trata de saber o confirmar o demostrar si el artista es surrealista o neosurrealista, lo esencial es que estamos ante una obra que atrae y surca las emociones y el entendimiento intelectual, pues capta una idea en él y una inteligencia visual propia.
Murió el 12 de abril de 2020 a los 78 años en Santo Domingo, República Dominicana.