A pesar de encontrar su orientación en medio de los pilares del colonialismo, el poder y la identidad de las Primeras Naciones, las pinturas de Vincent Namatjira son increíblemente ligeras y personales en su franqueza.
En ellas, las disputas con la raza, la política y el imperio se fusionan con el humor, la humildad y la historia personal, haciéndonos sonreír tanto como nos hace hacer muecas.
Nacido en 1983 en Alice Springs, Territorio del Norte, actualmente vive y trabaja Indulkana, Australia, donde ha aprovechado la situación global para llevar a su arte a nuevos alcances.
Vincent es bisnieto del reconocido acuarelista de Arrernte, Albert Namatjira, pero creció sin saber acerca de su conexión con el famosos artista, ya que, tras la inesperadamente muerte de su madre, Vincent fue separado de su familia y criado en creció en un hogar para niños y alejado de su cultura.
Finalmente, Vincent se abrió camino hacia el éxito, pero fue a través del retrato. Pintó por primera vez en 2012 y pronto se convertiría en finalista habitual del premio de retrato más famoso de Australia, el Archibald, que finalmente ganó en 2020.
Inicialmente trabajó en el estilo habitual de "pintura de puntos" sinónimo de la región de Aṉangu Pitjantjatjara Yankunytjatjara, pero en 2013, se dedicó a la figuración, colocándose en escenas con líderes empresariales, políticos, figuras históricas e íconos internacionales, incluidos Vladimir Putin, Capitán James Cook y la magnate minera australiana Gina Rinehart.
Sus viñetas rayan en la caricatura, pero en esencia, su práctica es sutil y diplomática; el artista resiste la tentación de ridiculizar abiertamente a sus modelos, y en cambio, elige tratarlos como si estuviera realmente en su presencia.
Vincent, a través de los años, se ha vuelto un artista que se ha establecido como un retratista subversivo, utilizando el ingenio y la caricatura para interrogar las complejas narrativas históricas coloniales implícitas en la relación de Australia.
Es un agudo observador de las conexiones entre liderazgo, riqueza, poder e influencia, y su obra ofrece una crítica de los principios del poder.
Namatjira a menudo pintará figuras políticas significativas, reconocidas tanto a nivel nacional como internacional, como presidentes de los Estados Unidos, y primeros ministros australianos del momento, que revelan un interés en el discurso contemporáneo sobre política e historia.
Hoy, vuelto un pintor de mucha influencia en su país, se ha establecido como un retratista subversivo e ingenioso.
Esa ambigüedad cómica ha sido clave para el poderoso impacto de Namatjira en la escena artística australiana.
Intensamente consciente de la historia de su familia y su país, sus pinturas sirven como un retorno a la raiz.
Para Namatjira, el diablo está en los detalles.
Autodidacta y viviendo lejos de los centros del mundo del arte, podría ser considerada por algunos como un "artista externo" que cuestiona el valor del pedigrí y fomenta la diversidad.
Como ofrece en el ensayo de su compañero artista indígena Tony Albert para el libro, el artista explica:
Cada vez que pinto figuras poderosas como la realeza, estoy tratando de quitarles algo de su poder y propiedad colonial (...) Uso un autorretrato travieso y un poco de humor descarado como una especie de ecualizador, una forma de poner a todos al mismo nivel... Cuando coloco a una persona aborigen al frente y al centro o uso la bandera aborigen en una pintura, es es como un símbolo de nuestra fuerza y resiliencia, y así llevo a cabo el desarrollo de mi pintura.