Robyn Kahukiwa es una de las mujeres artistas maoríes más destacadas de Nueva Zelanda en la actualidad.
Nacida en 1938, Robyn comenzó a pintar en la mesa de la cocina cuando sus hijos eran pequeños. Su intención era crear un reflejo accesible y contemporáneo de su cultura, una etnia polinésica que llegó a las islas de Nueva Zelanda hace más de mil años.
Desde esos pequeños pasos hasta su larga y extensa carrera, el trabajo de Robyn se ha exhibido a nivel nacional e internacional y se encuentra en las colecciones de muchas galerías de arte, pero ella se ha mantenido decididamente independiente de la moda artística. En estos días, ella misma es considerada un ícono del arte y un modelo a seguir, una voz líder en el arte maorí contemporáneo y líder internacional en el arte indígena.
En las décadas de 1960 y 1970, como una joven madre que vivía en los barrios residenciales estatales de Wellington, Kahukiwa comenzó tentativamente a producir obras de arte que representaban la guetización, la destribalización, la pérdida de poder y una sensación psíquica de pérdida.
Quizás fue porque creció en el extranjero y regresó a Nueva Zelanda al final de la adolescencia, donde redescubrió su linaje maorí, así, sus pinturas de Kahukiwa hierven con una sensación de desplazamiento.
Fuente: Stephen A'Court Photographer
Los maoríes en los que se centró (trabajadores de fábricas, pandilleros, madres jóvenes con niños pequeños) y que luchaban con su estatus marginal y quizás también con su estatus ontológico.
Gradualmente, Kahukiwa se ha diversificado hacia el arte de carteles, obras de arte para libros y revistas, murales para casas de reuniones y salones comunitarios.
Y es que, el arte de Kahukiwa chispea y enciende en el punto de colisión intercultural, donde el revisionismo histórico genera aullidos de retroalimentación, plataformas teatrales de disidencia y sensacionalismo mediático.
Si la globalización genera una cultura amnésica con énfasis en lo inmediato, el arte de Robyn pretende recordarnos quiénes somos y dónde estamos.
Tenemos otros artistas revisionistas de nuestra historia bicultural pero, mientras que la mayoría de ellos toca nerviosa o inexpertamente los límites de las representaciones tradicionales, Kahukiwa revisita audazmente lo museológico para desplazar su autoridad colonizadora y reemplazarla con maná tribal.
El activismo artístico de Kahukiwa utiliza la tradición histórica del arte, derivada de Paul Gauguin y otros artistas postutópicos (Picasso, Matisse), para proponer un formalismo exótico; celebra todos los valores y fortalezas de la cultura maorí en poderosas representaciones espirituales de la vida (wairua), las mujeres y los niños, la familia y sus relaciones con la tierra, sus mitos y leyendas y sus antepasados.
Sus pinturas estilizadas sobre la perdición, sobre la desaparición del significado, la evaporación de la identidad -específicamente, la identidad maorí- buscan, al fusionar pasado y presente, representar un deseo de recuperar un mundo más simple de responsabilidades recíprocas y armonía social.
De esta forma, convierte su arte en una forma de evangelización y significativamente que está ayudando a dar forma a la visión de Nueva Zelanda como nación.
Tal es la fuerza del pictorialismo de Kahukiwa que, desde principios del siglo XXI, su huella se ve en todas partes.
Su estilo visual siempre ha incorporado una variedad de fuentes pictóricas: el arte pop de los años 60, el arte popular maorí, el legado modernista de McCahon, los estilos ilustrativos de los muralistas mexicanos Diego Riviera, José Clemente Orozco, David Alfara Siqueiros, y el simbolismo de Frida Kahlo.
Con toda esa influencia, desplega una práctica artística cuya principal motivación es envalentonar, movilizar, educar, simplificar y purificar, desafiando el romanticismo etnográfico.
Trabajando por la dignidad humana y la igualdad de derechos, Kahukiwa se confirma a sí misma como articuladora de una visión feroz y resonante, afirmando hábilmente las cosas maoríes: su lengua, su prestigio y su tierra.
Determinada a que su arte siga siendo accesible para todos, continúa con más de 80 años pintando, publicado libros y creando una serie fascinante de grabados coleccionables.