Las pinturas de Nikolai Ge son una pesadilla, o bien, una novela oscura e incierta. En resumen, el pintor es una armonía única de apariencia externa y vida interna que puede resultar desconcertante, de una vibrante y extraordinaria personalidad empatada por talento pictórico.
Nikolay Ge nació en 1831 en Voronezh. Sus antepasados fueron nobles franceses que escaparon de la revolución a Rusia a finales del siglo XVIII.
Creciendo, Nikolay pasó su primera infancia en el campo, y obtuvo la educación secundaria superior en Kiev, donde luego ingresó en la facultad de física y matemáticas de una universidad. Sin embargo, las ciencias exactas pronto lo decepcionaron y se mudó a San Petersburgo para ingresar a la Academia de las Artes.
En 1857, su pintura La bruja de Endor, basada en una historia bíblica, le valió una gran medalla de oro y un viaje de asignación creativa a Italia, donde vivió en una residencia ubicada en la costa del mar Mediterráneo durante muchos años. En ese tiempo, viajó, estudió arte y se dedicó a pintar, donde destacaron sus obras como La muerte de Virginia, El amor de las vestales y La destrucción del templo de Jerusalén, todas cargadas de una fuerte espiritualidad y oscurantismo, describiendo casi una escena mortífera.
Mientras el éxito le fue abriendo el camino, comenzó a juntarse con los artistas de su época, quienes alababan su impactante obra, una que, a él mismo, no le agradaba en lo más mínimo, ya que estaba obsesionado por la sensación de falta de objetivo e impotencia de su propio arte.
En aquellos años, el artista tenía una sola intención: la de regresar a Rusia y abandonar todo para castigar su ausencia de talento artístico, una idea que siempre fue peleada por sus colegas, quienes insistentes de cuidarlo, lo animaron a visitar la Capilla Sixtina en Roma, donde se familiarizó con los frescos de Miguel Ángel, que le dejaron una huella imperecedera en su ideal artístico.
Fue dicha obra la que despertó en Nikolai Ge el interés por el Nuevo Testamento, una pieza que definiría a los temas bíblicos como la base de la creatividad del artista, trayéndole la gloria que tanto merecía.
En 1861 Ge comenzó a trabajar en el cuadro La última cena, que se exhibió en la Academia de las Artes de San Petersburgo en 1863. El cuadro provocó un triunfo en la capital rusa. El propio emperador Alejandro II compró el lienzo, hecho que alimentó la fama de Ge. Al mismo tiempo, enfrentó algunas respuestas frías de los defensores de la ortodoxia extrema.
Un año después, Ge regresó a Florencia, donde pintó una serie de bocetos y retratos. Al poco tiempo, el artista envió sus dos grandes lienzos Mensajeros del avivamiento y Cristo en Getsemaní a San Petersburgo. Ambas pinturas fueron prohibidas por la censura de la iglesia y se encontraron con la indiferencia del público.
Fuente: Ether Arts Project
En 1875, Nikolai dejó para siempre San Petersburgo y se mudó a Ucrania, donde compró una pequeña granja, donde inició un periodo de conmoción en su alma, un tiempo donde rechazó el arte y se concentró en las cuestiones de la religión y la moral.
En las notas que guardó hasta el final de su vida, menciona que hay que ganarse la vida con el trabajo rural; el arte no puede servir como medio de vida, y no se debe comerciar con el arte. En 1882, el artista conoció a León Tolstoi en Moscú y luego pintó su retrato, esculpió su busto e ilustró su historia.
Un par de años antes de su muerte el 13 de junio de 1894, el pintor conoció a su colega Nikolai Ulyanov y a su esposa Anna Glagoleva, quienes lo frecuentaron en sus últimos años. Ulyanov recordó a su maestro como:
Un anciano sabio, un artista de amplitud enciclopédica, con la mirada de un filósofo romano; nariz fina aguileña, espesa melena de cabellos grises enmarcando su rostro, y mirada directa y animada con la chispa del espíritu juvenil... En efecto, era una presencia distinguida. Sin embargo, esta armonía única de apariencia externa y vida interna puede resultar desconcertante: ¿de dónde provienen sus imágenes, estos rostros-visiones angustiados? Parece alegre, pero sus pensamientos revelan tormento. Su rostro sabio es sereno, como un cielo despejado, entonces, ¿de dónde vienen las nubes tormentosas?