Juan García Ponce fue uno de los mayores escritores mexicanos, abordando brillantemente el ensayo, la narrativa y el teatro un entorno de cambios sociales y políticos, haciendo ecos de odio y amor a través de diversas expresiones como la música, las letras, la pintura, el teatro y el cine.
García Ponce, de padre español y madre yucateca, pasó la niñez entre Campeche.
Carlos Monsivais, Juan García Ponce y José Emilio Pacheco. Fuente: Archivo EL UNIVERSAL
En su Autobiografía precoz, de 1966, que le fue encargada por el crítico literario Emmanuel Carballo, junto a otros escritores como Salvador Elizondo y José Agustín, el escritor mexicano describe cómo fue formada su vocación hacia la escritura y su infancia que transcurrió en casas señoriales de amplios patios.
Siguiendo las costumbres de la época, bajo el cuidado de su abuela, tías y nana, Juan estudió la primaria con los maristas en Mérida, un ambiente que refleja en El canto de los grillos, obra que estrenó en 1956 y con el cual ganó el Premio Ciudad de México un hecho que definiría su destino como escritor, mismo que lo alejó del destino que su padre le tenía reservado, que era continuar con la tradición de manejar los negocios familiares.
Muy joven se trasladó a la Ciudad de México para estudiar Letras Alemanas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde entró en contacto con profesores y escritores como José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis, Juan José Arreola, Segio Magaña, Juan Vicente Melo y más, quienes formaron un grupo que fue denominado la Generación de Medio Siglo o Casa del Lago.
En la década de 1940, entre los académicos mexicanos y otros intelectuales españoles como José Gaos y Max Aub exiliados por la guerra civil de su país, Ponce continúo su recorrido por las letras, expandiendo sus textos a crítica y al discurso del arte de cuño nacionalista.
En este tiempo, se hizo colaborador en diversas publicaciones literarias como la Revista de la Universidad de México, Revista Mexicana de Literatura, Plural, Vuelta y México en la Cultura, entre muchas otras, donde destacaron sus enayos La aparición de lo invisible, de 1968, y Las huellas de la voz, publicada en 1982.
Como parte de sus trabajos editoriales, dio a conocer en México a Robert Musil, autor de El reino milenario, de 1979, y a Heimito Von Doderer, pluma de Ante los demonios, publicado en 1993, así como Pierre Klossowski y Herbert Marcuse.
Carlos Valdés, Juan Rulfo, José Emilio Pacheco, Rosario Castellanos, Alberto Dallal y Juan García Ponce; en el edificio de rectoría de la UNAM, 1964. Fuente: Twitter
Expandiendo sus horizontes hacia el cine y el teatro, sin descuidar su literatura, le concedieron el Premio Xavier Villaurrutia de 1972; el Elías Souraski de Artes en 1977, el Premio Anagrama de Ensayo de 1981, y el XI Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo en 2001, entre muchos otros más.
De sus novelas que más destacan podemos encontrar Figura de paja, de 1964; La casa en la playa, de 1966; La presencia lejana, de 1968; La cabaña, de 1969; La invitación, de 1972; El nombre olvidado, de 1970; El libro, de 1978; e Inmaculada o los placeres de la Inocencia, de 1989.
Además de estos trabajos, adaptó dos obras para cine: Un pasaje de Los poseídos, de Dostoievski para La confesión de Stavroguin del director Juan José Gurrola en 1963, y La sunamita, de Inés Arredondo para la película Amor, amor, amor, del director Héctor Mendoza en 1964.
También colaboró como guionista en Amelia de 1965 y Tajimara de 1964, ambas inspiradas en cuentos de su autoría.
Juan García Ponce falleció en Ciudad de México el 27 de diciembre de 2003.