Fan Zeng nació en 1938, en la provincia de Jiangzu, y a pesar de crecer en uno de los tiempos más turbulentos de la historia de China, su perseverancia lo tiene como uno de los pintores más trascendentes de su país.
Al joven Fan le gustaba pintar en el suelo, las paredes y las puertas, por lo que fue regañado duramente, pero un día, cuando realizó una figura inmadura de Buda, su padre entendió su talento para la pintura.
Acompañado siempre de la caligrafía, que era un tema importante para él debido a que su familia tenía una larga y apreciada tradición de esta enseñanza, Zeng fusionó las dos formas para darle nacimiento a su propio estilo, apenas cuando tenía 13 años.
Leer un cuaderno de caligrafía y practicar la escritura a mano era una tarea diaria para Fan, quien a su vez, seguía encontrando para pintar obras que le valieron su entrada a la famosa Universidad Nankai en Tianjin, donde se hizo director de programas académicos, y luego profesor principal del Departamento de Arte y Cultura Oriental de la Universidad de Nankai, lo que supuso su entrada en los círculos artísticos.
Además de pintar dibujos animados y carteles requeridos por la situación política de la época, Fan también realizó sus propias creaciones artísticas, pero siempre con la cartografía profundamente impresa en su temperamento, carácter y alma, lo que le valió admiradores y rivales por igual.
Antes de graduarse de sus aulas, Fan eligió hablar sobra la turbulenta vida de Cai Wenji para su proyecto de graduación, un trabajo que lo colocaría en la cima de varios gremios: la pintura, la cartografía y la poesía.
Leyó muchos documentos históricos, así como el drama histórico de Guo Moruo para retratar la figura con precisión. Hizo tres borradores en total antes de finalmente presentar su trabajo, uno que dejó tan impresionados a sus maestros que todos ellos escribieron inscripciones para ello.
De esta manera, y aún a una corta edad durante la década de 1950, Fan Zeng se hizo un artista muy conocido en Asia durante más de 30 años. Ahora, los círculos artísticos chinos y japoneses lo consideran el principal artista chino vivo.
Desde 1962, Fan ha trabajado en el Museo Nacional de Historia China compilando registros de ropa tradicional china, aunque La Revolución Cultural de su país le trajo tortura física y mental durante diez años, lo que estancó su creatividad artística durante mucho tiempo.
No obstante, su vida artística revivió con la incorporaciín de la técnica de tinta salpicada, que lo puso en la línea frontal del festival de primavera en el Gran Salón del Pueblo, en 1977.
Ese mismo año, Fan sufrió una grave enfermedad que estuvo a punto de causarle la muerte. Ante la amenaza de perder su vida, el artista decidió hacer algo realmente significativo, y con el apoyo de un buen amigo, comenzó a dibujar ilustraciones para las novelas de Lu Xun, quien es considerado el padre de la literatura china moderna.
Con el fin de poder usar sus dos manos para dibujar, le pidió a la enfermera que usara las venas de sus pies para las inyecciones y los goteos intravenosos que le había recetado el doctor, un método mucho más doloroso.
Con dos meses de esfuerzo, no solo se recuperó con éxito de la enfermedad, sino que también completó el proyecto con 44 ilustraciones y a finales de 1977 fue invitado a dibujar a Zhong Kui, el protector contra los espíritus malignos y demonios, mientras era transmitido en vivo por TV. Esa exhibición lo puso nuevamente en el ojo público, y desde entonces, volvió a gozar del renombre que lo había caracterizado en todas las áreas que triunfó.
Su renombre fue reencontrando su posición dentro de los museos de arte que se centran exclusivamente en su arte tanto en China como en Japón. En el útlimo país solo hay dos museos de arte personal para artistas modernos, uno es para Fan Zeng y el otro es para Pablo Picasso.
En julio de 1998, Fan llevó a cabo una de las exposiciones de arte más importantes de Hong Kong, la titulada El arte de Fan Zeng - Una exposición del siglo, que significó un gran éxito, ya que, su obra maestra, El desfile de las bellezas se vendió en $2 millones de dólares estadounidenses, representando el precio más alto jamás pagado por una pintura china contemporánea en ese momento.
Dicha exposición sigue siendo considerada como uno de los asuntos más importantes en los círculos culturales chinos en los últimos años.
Actualmente sus obras se pueden hallar en dos de las casas de subastas más grandes del mundo, Sotheby's y Christie's.
Las líneas perfectas de Fan Zeng al final representan algunas de las características tradicionales más importantes de la pintura china: simpleza pero llena de fuerza, evocadora y hermosa. Su proceso de dibujo era considerado mágico debido a las misteriosas líneas de baile bajo su trazo de pincel chino.