Xu Beihong fue el defensor más influyente del realismo académico occidental en la China del siglo XX con sus pinturas de caballos y aves.
Nacido el 19 de julio de 1895 en la zona rural de Yixing durante la última dinastía Qing, Xu comenzó a estudiar caligrafía y obras clásicas chinas con su padre Xu Dazhang, quien era maestro de escuela privada, por lo que desde los 6 años empezó a perfeccionar su estilo para luego saltar a la pintura tradiconal china a la edad de 9.
En 1915, se mudó a Shanghai, donde se ganaba la vida con trabajos comerciales y privados. Un año después, el joven Xu ingresó en la Universidad de Fudan para aprender francés, una herramienta que años después le abriría las puertas a su arte para entrar en Europa.
Tras graduarse, Xu Beihong viajó a Tokio para estudiar el arte de la región y entender el Nihonga japonés que empezaba a abrirse al mundo. Cuando regresó a China, comenzó a seguir los pasos de su padre al convertirse en maestro de la escuela de artes de la Universidad de Pekín por invitación de Cai Yuanpei y el reformador político Kang Youwei, quien abogaba por "una integración del arte chino y occidental para crear una nueva era de la pintura china," cosa que apoyaba el joven artista.
En 1919, el joven ganó una beca en la prestigiosa Escuela Nacional de Arte de París por invitación de Cai Yuanpei, donde se inspiró principalmente en las tradiciones clásicas del arte y la cultura europea, que lo ayudó a incorporar una creatividad más amplia, así como elementos de innovación que lo fueron distinguiendo a sus contemporáneos.
Hasta 1927 estudió en París y Berlín donde estudió pintura al óleo y dibujo, dominando un estilo académico ya moribundo, pero que bajo su pincel, renacería para inspirar ahora a estudiantes europeos que venían de aprender el expresionismo de Gabriele Münter, Alexej von Jawlensky y Max Beckmann.
Regresó a China en 1927, y hasta 1929, obtuvo varios puestos en instituciones de arte de su país, incluida la docencia en la Universidad Nacional Central (ahora Universidad de Nanjing) en la antigua capital de Nanjing.
Para 1933, Xu Beihong se ganaba la vida con trabajos comerciales y privados, y con una amplia infuencia dentro y fuera de su país, optó por organizar una exposición de pintura china moderna que llegó a los ojos de residentes en Francia, Alemania, Bélgica, Italia y la Unión Soviética, que quedaron maravillados por la gran expresión que se escondía en los colores de los artistas chinos de la época.
Durante una exposición en marzo de 1939, en los linderos de la explosión bélica, Xu realizó una exposición colectiva con los maestros de pintura chinos Ren Bonian y Qi Baishi, con quienes exhibió 171 obras de arte en el Victoria Memorial Hall.
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, Xu viajó al sudeste asiático y realizó exposiciones en Singapur e India, donde pudo recolectar una gran suma de dinero, que a la postre decidiría que irían destinadas a los chinos que sufrían por la guerra. Esto, a lo largo de su técnica y habilidad con la pintura, definiría el legado de un artista noble y sincero, siempre consciente de la realidad que enfrentaba su país y su gente.
En sus esfuerzos por apoyar a sus compatriotas en un tiempo difícil, Xu acabó creando una nueva forma de arte nacional combinando las técnicas de pincel y tinta chinos con la perspectiva y los métodos de composición occidentales.
Por medio de la integración de pinceladas firmes y atrevidas con la delineación precisa de la forma, defendió la subordinación de la técnica a la concepción artística y enfatizó en la importancia de las experiencias del artista en la vida.
De todos los pintores de la era moderna, se puede decir con seguridad que Xu ha sido el pintor chino más responsable de la dirección tomada por el mundo del arte moderno de su país.
Xu Beihong falleció de un derrame cerebral en 1953. Después de su muerte, el Museo Conmemorativo de Xu Beihong se estableció en su casa de Beijing. Su esposa, Liao Jingwen, tras su muerte, se desempeñó como curadora del museo hasta que esta falleció en junio de 2015.
En abril de dicho año, Christie's presentó Slave and Lion, de 1924, del difunto pintor chino Xu Beihong, valuada entre los $350 y 450 millones de dólares, el valor más alto jamás otorgado a una obra de arte asiática en una subasta.
Fuente: Christie's.