Abordando los temas del paisaje y los sentimientos de amor, la obra de Françoise Petrovich se vuelve tan introspectiva como fascinante.
En su conjunto, la obra de Françoise ha creado un universo propio, cambiando como al ritmo de las estaciones y los días del verano al invierno y de la noche a la mañana.
Pétrovitch creció en Saboya y se formó en artes aplicadas en Lyon, luego asistió a los talleres de grabado y pintura de la École Normale Supérieure en Cachan.
Fuente: Drouot
Desde que se graduó a fines de la década de 1980, ha estado enseñando en el estudio de grabado de la École Estienne de París.
Su primera exposición personal, que tuvo lugar en 1995 en la galería Polaris de París, fue también la ocasión para crear su primer libro de artista.
De esta forma se comprueba que para Françoise, la docencia y su propia práctica artística se retroalimentan desde hace años y continúan haciéndolo.
El dibujo y el grabado son las bases de su obra y han dado vida a una imponente obra impresa; así, Pétrovitch ha utilizado desde la década de 2000 una gama más amplia de técnicas, en particular la cerámica y el bronce.
La variedad de procesos acompaña una gran libertad en la elección de soportes y formatos, que se adaptan cada vez a los temas elegidos.
A través de su obra, redescubrimos el agudo sentido del color de su perspectiva, así como su característico uso de tonos ácidos, atrevidas combinaciones cromáticas, matices intermedios difíciles de clasificar y la particular forma en que emplea el rojo como puntuación o contorno, un rasgo que se ha convertido en una firma de su obra.
Las pinturas exploran un amplio espectro de luz desde el resplandor más brillante hasta la penumbra más oscura, empleando contradicciones visuales para realzar estos efectos (iluminación sombría y sombras brillantes) con un misterio encantador.
Ante todo, Pétrovitch está interesado en los detalles frágiles, pero también en las historias de viaje.
Durante muchos años, Françoise Pétrovitch ha estado desarrollando una obra cuya poesía e inquietante extrañeza resuenan con temas queridos por el movimiento romántico.
Así se invita a los visitantes a descubrir esta mirada única del artista a través de un deambular sensible, para conocer sus nuevas creaciones.
Poblada tanto por seres como por vegetación con adolescentes, pájaros y flores, comparte un mismo estado de transición y existencia etérea.