Expresiva y colorida, la pintura de Lucy Allard te hace sentir momentos de la vida.
Fascinada por la gente, sus piezas narrativas traducen la poesía íntima de la vida, así como universos imaginarios e irreales a través de colores vibrantes.
Ya sea en la colorida multitud de los carnavales, en el café de la esquina, en la playa, en la plaza pública o en la intimidad de un apartamento, las composiciones distintivas de Allard fusionan el expresionismo con la figuración libre y el arte singular.
Dichas situaciones cotidianas revelan, modestamente, a través de los rodeos del humor, toda una poesía.
Lo singular y lo anecdótico esbozan una historia universal, el teatro de la vida, o al menos así lo define la propia Lucy, que siente pasión por la vida diaria, y más aún, por representarla con acrílicos sobre lienzo o lino.
En su pintura humanista, rostros y expresiones, decoraciones, música, puntuaciones literarias habitan, y así, se invita al espectador a sentarse junto a Lucy "en medio de todo" e imaginar lo que sigue.
Lugar, tiempo y acción se entrelazan en una línea continua dentro del lienzo. La línea nítida, los grandes formatos y los colores llamativos "recién salidos del tubo" refuerzan esta impresión de inmediatez.
Sobre la superficie del lienzo se despliega un espacio-tiempo desestructurado abriendo el campo al absurdo ya la sorpresa, y eso atrapa inmediatamente al espectador.
Guiado por una hábil composición, el ojo se complace en pasear por este abundante universo.
Ofreciendo múltiples puntos de vista, como en el cubismo, o disociando el color y el objeto, como en el fauvismo, a Lucy Allard le gusta componer sus imágenes de manera lúdica, como un rompecabezas o un mosaico de formas y patrones.
Su pintura está impregnada de lo que la rodea y de lo que cobra vida en sus manos.
Así los años marselleses han teñido las pinturas de matices cosmopolitas, pero su obra sigue evolucionando según sus encuentros y sus viajes interiores.
La proliferación da paso ahora a zonas planas más geométricas de paisajes imaginarios, pero la paleta de colores tan relevante sigue siendo el hilo conductor de esta singular obra de la que emana una auténtica alegría de vivir.