Neïl Beloufa tiene una extraña manera de presagiar el futuro.
Y es que, no es ningún adivino; no tiene habilidad psíquica oculta o bola de cristal mágica; y tampoco está tratando de hacer predicciones.
Lo que pasa es que el artista franco-argelino tiene la habilidad de abordar los problemas humanitarios que nos preocupan, incluso antes de que nos demos cuenta de la profundidad a la que importan.
Fuente: CoBO Social
De este modo, la práctica de múltiples capas del artista franco-argelino Neïl Beloufa ocupa el espacio entre varias dicotomías: Realidad y ficción, causa y efecto, presencia y ausencia son las polaridades entre las que comienza a tomar forma la obra del artista.
Desarrollando su reflexión sobre estos mediante la combinación de varios medios, incluida la escultura, el video y la pintura en instalaciones únicas, Beloufa se las arregla magistralmente para deconstruir nuestros sistemas contemporáneos de creencias moviéndose entre lo real y lo imaginativo.
Situándose entre estas polaridades, la práctica de Beloufa es profundamente reflexiva.
Al examinar las estructuras de poder establecidas, Neïl elimina su papel dominante otorgando agencia a actores o materiales, informándose unos a otros y coexistiendo en instalaciones. como si fueran actores y accesorios en un set.
Rechazando el alias de escultor o cualquier alineamiento con un conjunto particular de prácticas o procesos creativos, Beloufa trabaja principalmente como editor, construyendo escenarios para facilitar las intersecciones entre diferentes significados que los espectadores pueden construir de forma independiente.
El artista franco-argelino ha pasado buena parte de la última década pensando en lo que está en juego cuando se aprehende la realidad y su representación.
Y así, su práctica abarca el cine, la escultura y la instalación, y se basa en su interés por lo que realmente existe y cómo se interpreta, un tema que explora sin juicio moral, cinismo cultural o cualquier tipo de ironía, aunque a veces con humor.
Durante la última década, Beloufa ha trabajado en video, escultura e instalación, componiendo espacios digitales y físicos reforzados por la vulnerabilidad mecánica y emocional, lo que complica la confianza del espectador en la pantalla como medio para generar información y cultura.
Nacido en 1985 en París, Neïl vive y trabaja en su Francia natal.