La trayectoria artística de Luis Feito, junto a la importancia que le dio factor lumínico en su obra, lo ha colocado como uno de los artistas clave de la posguerra española y europea.
Nacido el 31 de octubre de 1929 en Madrid, Luis Feito inició su formación reglada en la Escuela superior de bellas artes de San Fernando (hoy Real academia de bellas artes de San Fernando), Madrid, en 1950.
Trabajó brevemente en un estilo figurativo antes de descubrir el cubismo, pero en 1954 la Galería Buchholz de Madrid presentó su primera exposición individual de obras no figurativas.
A partir de entonces, Feito se mantuvo comprometido con la pintura de forma abstracta.
Fuente: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid
En 1953 viajó a París con una beca del gobierno francés, y tras una exposición en la Galerie Arnaud en 1955, dejó su puesto de profesor en la Escuela superior de bellas artes de San Fernando y se trasladó a París, donde residió durante casi 25 años.
Mientras estuvo en París, tuvo la oportunidad de ver el trabajo de sus contemporáneos internacionales como Jean Fautrier, Hans Hartung, Serge Poliakoff y Mark Rothko, que influenciaron profundamente su arte y se familiarizó con varios artistas de Art Informel.
También se introdujo en el automatismo y comenzó a incorporar otros materiales.
Influido por el automatismo y la pintura matérica, introdujo la arena en sus óleos, que mezcló con ocres, blancos y negros, y a partir de 1962, se unió a esta gama de colores el rojo, que desde entonces incorporó a sus producciones como contrapunto.
Ante todo, la simplificación formal y material de sus composiciones predominaron las formas circulares, y así, durante la década de 1970, se produjo un acercamiento a la geometrización, aproximación que se hizo plena a partir de 1975.
No obstante, Feito mantuvo un estrecho contacto con la vanguardia española y fue miembro fundador del grupo madrileño El Paso (1957-1960), que hacía hincapié en un arte innovador antiacadémico, moral y socialmente responsable para España.
Durante el resto de su carrera, mantuvo vivo el manifiesto de El Paso, que articuló el objetivo del grupo de crear un nuevo estado espiritual en el arte español, reconociendo la necesidad de actuar tras una guerra civil devastadora.
A fines de la década de 1950 y principios de la de 1960, el trabajo de Feito se puede caracterizar por una paleta tenue e incolora, que contrasta con negros, grises, blancos y ocres.
Con el paso del tiempo, su obra muestra su interés por la materialidad a través de la superposición de superficies lisas e incrustadas, que logró mediante el uso de arena y empaste pesado.
En 1963 su obra tendió hacia una mayor sencillez formal y material en la que predominaban las formas circulares, reflejo de su interés por el arte japonés.
Así, y a lo largo de su carrera, Feito ha explorado continuamente las relaciones entre las texturas superficiales, la luz, el color y la forma.
Debido a su preocupación por la luz, muchos críticos han atribuido un elemento de misticismo a su obra.
Su obra, que se halla actualmente expuesta en los principales centros de arte contemporáneo de todo el mundo, se vio tempranamente reconocida en la I y II Bienal de Arte Mediterráneo (1955 y 1956), y ha merecido multitud de galardones y premios internacionales.
Al final de todo, la poesía de la obra de Feito radica en el tratamiento de la luz en la composición del cuadro, de este modo, se vuelve evidente que la imaginación del espacio es determinante en la obra de Feito.