¿Quiénes somos realmente detrás de nuestras fachadas estratégicamente compuestas? ¿Qué verdades más oscuras hierven a fuego lento debajo de nuestra vida cotidiana?
Estas son algunas de las preguntas que se cuestiona Marlene Dumas con su arte. De esta forma, Marlene se vuelve una presentadora magistral de lo que hay debajo.
Nacida en la blanca Sudáfrica el 3 de agosto de 1953 y criada entre los terrores del apartheid, es una artista que aprendió joven que la vida es un estudio de contradicciones y dualidad, aunque también debido a que vive y trabaja en Ámsterdam, Países Bajos, es considerada una gran autora de aquel país.
Los retratos de Marlene Dumas. Fuente: Arthive
Pasó su infancia en las afueras de la región semirrural de Kuils River. Su madre, Helena, era ama de casa y su padre, Johannes, dirigía un modesto viñedo llamado Jacobsdal, de propiedad familiar desde 1916. Dumas se crió con dos hermanos mayores, Cornelis y Pieter, en un hogar protestante africano.
En 1966, cuando tenía doce años, su padre murió de una enfermedad hepática. Con el fallecimiento de su padre, Dumas notó cómo los miembros de su familia comenzaron a hablar de política, y bajo esa formación, empezó su incursión en el arte.
De 1972 a 1975, asistió a la Escuela de Bellas Artes Michaelis de habla inglesa, una parte de la Universidad de Ciudad del Cabo. Describió estos años como formativos, exponiéndola a una variedad de pensadores, artistas, ideas y prácticas influyentes que incluían el arte conceptual, el arte corporal y la interpretación.
Disfrutaba de sus estudios, que también incluían ética, filosofía y teoría. Dumas también le da crédito a su profesor de fotografía, Dimitri Nicolas-Fanourakis, por animarla a mirar las obras de fotógrafos como Diane Arbus, un descubrimiento que iba a tener un profundo impacto en ella cuando se dio cuenta del poder de las imágenes para conectarnos con el presente.
Al día de hoy, la obra de Dumas está marcada por una ensoñación estética derivada del uso magistral de óleos cremosos y acuarelas con una aplicación decididamente apagada.
Esto, junto con su paleta de colores descoloridos y la vacilación entre la nitidez y el desenfoque, contribuyen a su condición de pintora icónica con una voz visual única y característica.
Independientemente del tema, Dumas se destaca por una elaboración visceral de una tensión que oscila entre la apariencia superficial, la percepción y la realidad.
El papel de la artista se convierte en el de una manipuladora de masas en la que voluntariamente tira de los hilos de la marioneta de la emoción del espectador para provocar la reflexión sobre la culpabilidad personal.
En manos de Dumas, la imagen se convierte en una carga, pidiendo al espectador que considere lo que se ve frente a lo que no se ve.
Al igual que muchos pintores figurativos que florecieron en los años 60 y 70 después de la explosión de la cultura pop, Dumas trabaja principalmente a partir de fotografías obtenidas de las páginas de periódicos y revistas contemporáneos, o fotogramas de películas, a menudo cooptando porciones de una imagen como un pintor abstracto, y presentándolo ausente de su contexto original.
El contraste entre la violencia y la inocencia, y nuestra propia participación comunitaria en esa variada escala de grises, marca gran parte del trabajo de Dumas.
Constantemente investiga la reflexión sobre nuestra responsabilidad individual, así como la suya propia, a través de sus exploraciones sobre los temas más oscuros de la sociedad, como la muerte, la guerra, el racismo y el sexo. Para ella, "No hay belleza, si no muestra algo de lo terrible de la vida".
De esta forma, Dumas es parte de un linaje contemporáneo de pintoras figurativas que han elevado el retrato desde sus raíces en la vanidad, usándolo para representar preocupaciones personales, psicológicas, sociales y políticas.
Actualmente destaca como una de las artistas más influyentes e icónicas del siglo XXI por sus retratos figurativos íntimos, y sin embargo, distantes que exploran las complejidades de la identidad, y también por su arte social cargado de política.