Jiha Moon siempre supo que iba a ser artista, pero también sabía que tenía que salir de Corea del Sur para explotar su talento, uno que no siempre fue comprendido, pero así como entendió que debía salir de casa para triunfar, vió que la incompensión era la mejor manera de alcanzar un cierto entendimiento.
"Mi trabajo a menudo se ocupa de la mala comprensión común de la gente sobre la concepción errónea racial y la apropiación cultural", dice la artista, cuyas composiciones multimedia abarcan iconografía que hace referencia a la cultura popular en contraste con la tradición milenaria.
Forzada a reinventarse, se dedicó a su estudio, pintando y experimentando constantemente como un catalizador para una evolución fundamental, y evocando su propia ascendencia coreana mediante el uso de materiales como el papel Hanji, Moon se lanza a una exploración más profunda para identificar las conexiones entre las culturas del mundo.
Fuente: Mindy Solomon Gallery
Nacida en 1973, a los 25 años, tras su graduación de la escuela, se convirtió en el único miembro de su familia en viajar a los Estados Unidos, donde obtuvo su segundo máster en estudio de arte, no obstante, a pesar de comenzar a foguearse plenamente en su gremio, su trabajo se detuvo forzosamente en 2001, tras los ataques del 11 de septiembre, lo que la dejó sin la capacidad de trabajar.
Fue capaz de sobreponerse a los momentos más pesados de su años de formación y retomó el arte. Pronto, mientras tomaba clases sobre los estilos pictórico de Oriente y Occidente, Jiha Moon empezó a definir su colorido estilo, uno que al crear una iconografía cultural que atraviesa el pasado y el presente, juega con la mente y percepción visual del espectador.
Buscando sin cesar promoción en galerías y estudios independientes, Jiha finalmente recibió la prestigiosa Beca de Pintores y Escultores de la Fundación Joan Mitchell, lo que catapultó su obra que al día de hoy, más de 20 años entrados en la escena artística, que sus lienzos se encuentran en importantes colecciones de todo los Estados Unidos, y desde luego, su natal Corea.
Moon extrae inspiración de la vida en el tema de su trabajo. “Soy un observador: observo a las personas y su cultura todo el tiempo. Veo sus tendencias y comportamientos, escucho sus historias e infundo eso en mi trabajo", dice la artista que encuentra sus mayores influencias en las personas que encuentra en la vida cotidiana, así como en los libros de historia del arte o en sus colegas artistas.
A partir de ellos y de este contacto que se entabla, ella logra imaginar la cultura popular y cómo ésta se hace parte de su propia historia. A menudo usando esos logotipos, patrones históricos, referencias al arte popular y a ciertas relaciones de color, desarrolla una historia contada por medio de símbolos superpuestos.
A lo largo de su carrera, Moon ha transformado el objeto en pintura y la pintura en escultura. Ella alterna entre los medios como una forma de contar historias con atención a las técnicas formales de cada oficio.
Hoy, instalada en Atlanta, envuelta también en la cultura de la cerámica y definida como uno de los talentos jóvenes más prometedores del arte de los dos países que representa, Moon es una visionaria que ha logrado mantenerse en el estado perpetuo de "otro" mientras extrae numerosas historias y culturas, destilando obras de arte sinvergüenzas que no tienen filtro, solo una mezcla peculiar que combina una serie de referencias.
Para el curador de arte, Daniel Fuller, a través de la travesura y la rebeldía, Jiha es el Bart Simpson de la escena pintórica actual, ejemplificando a la perfección la nueva identidad de la ciudad en la que ha decidido radicar.
Pocos artistas tienen la capacidad de hacer riffs y referencias sobre la historia del arte como lo hace Moon. Entretejidas a lo largo de la exposición hay conexiones con Andy Warhol, Angry Birds, Pablo Picasso y Disney, pero igualmente están íntimamente entretejidas las referencias a los problemas más profundos de la identidad, el lugar y la pertenencia.
Para la artista, sondear a alguien para que piense en la perspectiva de la otra persona es una cualidad sumamente valiosa de la vida, y es que la mayor parte del arte no es lo obvio, sino lo que subyace, lo que te obliga a pensar, y es de ahí de donde emerge el talento y el mensaje detrás de la obra de Jiha Moon, que se enorgullece en que a través de su trabajo ocurra lentamente una comprensión similar al proceso de conocer a alguien.
Jiha creció escuchando a sus padres decir: "No hagas esto y no hagas aquello"; su hijo también escucha eso de ella, y sin embargo, es una de las personas más desafiante que ha conocido en la tierra. Al final, la artista reconoce estos desafíos y persiste, construyendo narrativas visuales multivalentes fuertemente marcadas por la co-fusión de las culturas que vivió, haciendo de sus pinturas, brillosas con pinceladas acrílicas luminosas sobre papel Hanji coreano marrón montado sobre lienzo o panel, el punto de encuentro entre lo antiguo y lo nuevo.
Sus reinterpretaciones contemporáneas de las artes clásicas coreanas la hacen una artista contemporánea imperdible.