Chang Dai-chien es uno de los artistas chinos más aclamados del siglo XX por su estética, su compasión y paciencia que inspiró una fusión del arte occidental, la abstracción total, y el paisaje distintivo de China.
Nacido en 1899 en la provincia de Sichuan, Chang, la vida del artista consistió en viajar mucho para buscar fuentes de inspiración en el pasado histórico y en la naturaleza.
Cuando recién cumplió los 20 años, Chang comenzó a desempeñarse como monje por indicaciones de su padre, una profesión que lo llevó a viajar desde China a India y Japón para estudiar diferentes técnicas de pintura y teñido, lo que detonó su amor por conocer nuevos lugares y lo guiaron a una vida de erudición y trabajo duro, pero también de aventuras guiada por el patriotismo y la fortuna.
En dichas travesías se vio involucrado en un secuestro por un bandido que lo mantuvo como secretario porque amaba la calidad de su trabajo de pincel. En cuestión de meses, fue liberado y regresó a casa para volcarse completamente, y con un poco más de recursos, a lo que más amaba hacer.
A principios de la década de 1940, pasó más de dos años estudiando y copiando antiguas pinturas budistas en las cuevas de Dunhuang, lo que le provocó un nuevo interés en estas obras maestras pasadas por alto.
Al poco tiempo, empezó a mostrar su trabajo en exposiciones que le valieron un importante reocnocimiento dentro de su comunidad y los maestros de la pintura, por lo que empezó a ser reconocido como un protegido a una edad temprana debido a la calidad de su caligrafía.
Al ver las formas que su arte impactaba en su comunidad directa, se convenció del poder del discurso del arte, y dejó China en 1949 para trovar por el mundo.
Construyó una finca palaciega en las afueras de Sao Paulo en Brasil, donde vivió durante 15 años antes de establecerse primero en Carmel-by-the-Sea y luego en Pebble Beach en 1977.
Durante este período de exilio autoimpuesto, se inspiró en el arte occidental y el paisaje distintivo de California, y sus pinturas de colores salpicados se acercaron a la abstracción total.
En ese tiempo, seriemente comprometido con su arte y la docencia en una variedad de institutos, Chag le dijo a un amigo: "Este debería ser el momento para que la hoja vieja caiga en la raíz del árbol madre", por lo que tomó la decisión de regresar a Taiwán, donde comenzó la construcción de tres años de Mo Yieh Ching Shih, su casa de retiro en el jardín construida a lo largo del murmullo del arroyo Waishung en las afueras de la ciudad capital, donde recibió a alumnos, maestros y curiosos por igual, con el fin de contar su fascinante historia de viajero.
Snow in the Spring Mountain, 1973. Fuente: Art Department Gallery, Fine Arts Building, San Francisco State University,
Chang murió de lo que su hija llama un corazón agotado en 1983. Su cuerpo fue incinerado y sus cenizas sepultadas debajo de la roca más grande de su jardín, una que se asemeja al contorno de Taiwán que se llama Mei Chiu, que significa montículo de ciruelas.
De acuerdo a algunos de sus alumnos más cercanos, Chang Dai-chien fue una especie de profeta, profeta y vidente, ya que "había algo de otro mundo en su forma de trabajar", dice Ken, uno de sus ex alumnos que aún trabaja como voluntario en la residencia.
La sabiduría de la antigua China capturada en su trabajo lo tienen reconocido internacionalmente como una figura fundamental que expandió el campo de la pintura tradicional china con tinta.
Este es el legado del gran Chang Dai-chien: profeta y viajero.