El artista estadounidense Kehinde Wiley da vida a poderosísimos retratos hiperrealistas en los que reformula, de una extraordinaria forma, la identidad de las personas negras.
Su interés por el arte inició desde que este era muy joven, por lo que el apoyo de su madre resultó fundamental debido a que ella fue quien lo inscribió en clases de arte los fines de semana en South Central en Los Ángeles, California.
Desde entonces, el arte para Wiley se convirtió en un refugio y en un contrapeso a la violencia y los crímenes que veía todos los días en su barrio.
Cabe subrayar que el primer encuentro de Kehinde Wiley con las artes visuales coincidió con la edad de oro del hip-hop en la década de los 80, cuando íconos pioneros como World Class Wreckin’ Cru y N.W.A comenzaban a poner este género en el mapa de la industria musical.

Retrato de Seydou Bâ Sileye hecho por Kehinde Wiley, 2020. Fuente: Kehinde Wiley Instagram
La influencia de este periodo, principalmente los códigos de vestimenta y las demostraciones conspicuas de consumismo, son visibles en gran parte de su obra.
Otro aspecto importante en su obra provino de la ausencia de personas negras en el arte, lo que hizo que se replanteara muchísimas cosas debido a que mientras más tiempo pasaba en los museos, más cuenta se daba de que solo la gente blanca era la que estaba representada.
Así, estudiando con lupa centenares de pinturas, fue como Kehinde Wiley se familiarizó con el vocabulario estético de los llamados Viejos Maestros.
Dichas técnicas se convirtieron en parte integral de su posterior y famosísimo cuestionamiento de la masculinidad negra y la identidad queer.
Con el paso de los años, este artista encontró su estilo, uno en el que se apropió de los aspectos técnicos del retrato tradicional para después insertar cuerpos negros en espacios previamente reservados para la nobleza blanca y la realeza.
Resulta interisantísmo cómo las obras a gran escala de Wiley juegan con anacronismos obvios, pero con una vestimenta contemporánea.
Los modelos que a menudo plasma este artista reflejan la misma opulencia visual que los originales, con ropa de diseñador y joyas caras que reemplazan a los pantalones de montar y los sables y joyas incrustadas.
En lugar de utilizar como fondo paisajes bucólicos, como lo hacían los Viejos Maestros, Wiley presenta a sus modelos en vibrantes y florales fondos que hacen referencia al arte rococó, islámico y pinturas en tela africana, lo que refleja la amplitud cultural de la visión y su propia herencia cultural debido a que su padre es nigeriano.
La obra de Kehinde Wiley cobra mayor relevancia actualmente debido a que ofrece una versión bastante irónica del machismo y acaba, por completo, con el canon de la representación blanca tradicional para proyectar estatus y riqueza pues los jóvenes negros también pueden ser poderosos y fuertes.
