La artista y activista Ana Mendieta murió mucho antes de ver los resultados concretos de la lucha por la igualdad de género y la denuncia de vivir en un mundo heteropatriarcal. Pero también, desde mucho antes de que estuviera en boga, visualizó ese problema, lo denunció y dedicó su trabajo a visibilizarlo.
Nacida en La Habana, Cuba, en 1948, y nacionalizada estadounidense, donde murió en Nueva York, a los 35 años, dedicó su trabajo (performances, principalmente) a evidenciar este problema desde finales la década de los años 60. Los videos de sus performances están en los museos de todo el mundo.
Ella fue refugiada en un país ajeno y encontró su propio refugio en el arte. Desde el performance hasta la pintura y la escultura. Pareja del también artista Carl Andre, quien fue procesado por su muerte, tras aventarla por la ventana de su apartamento en Nueva York. Él es uno de los nombres claves para entender la creación artística contemporánea, a pesar de que su carrera se desarrolló en poco más de una década.
Fue una artista conceptual, escultora, pintora y videoartista. Es especialmente reconocida por sus obras de arte y performances en el marco del land art (el arte terrestre). Llegó a Estados Unidos como refugiada en 1961 cuando tenía 12 años, a través de la Operación Peter Pan, y regresó a Cuba en varias ocasiones para recuperar sus raíces.
También viajó por México y Europa. Fue asesinada a los 36 años, en 1985, al ser empujada desde la ventana de su apartamento situado en un piso 34, por su marido, el artista estadounidense Carl Andre, quien fue juzgado por asesinato y absuelto.
El trabajo de Mendieta era conocido sobre todo en el entorno de la crítica de arte feminista. Años después de su muerte, especialmente a partir de una retrospectiva del Whitney Museo de Arte Estadounidense, en 2004, y la retrospectiva en la Galería Haywart en Londres, en 2001, está siendo revaluada como una artista pionera.
“Sus matices van desde el punto de vista nómada a las prácticas asociadas con el arte corporal, el arte terrestre, la performance, la escultura, la fotografía y el cine", ha dicho el curador Ralph Rugoff.
Ella describió su trabajo como "earth-body art”. Desde su primera exposición individual en 1971, cuando estudiaba en la Universidad de Iowa, hasta su muerte creó diversas colecciones de trabajos que incluyeron siluetas de su cuerpo creadas en barro, tierra, rocas, flores silvestres y hojas.
Elaboró performances que evocaban las tradiciones populares centrándose con frecuencia en la práctica de santería, común en su natal Cuba.
En sus piezas utilizaba a veces la sangre como un “elemento mágico y poderoso" que evocaba el poder de la sexualidad femenina y el horror de la violencia sexual masculina. En sus fotografías de auto-retrato distorsionaba sus rasgos en vidrio, se imaginaba a sí misma goteando sangre o disfrazada de hombre pegándose vello facial.
Sweating Blood, 1973. Ana Mendieta. Foto: Madrid Art Process
Entre sus primeras obras está Silueta. En 1973, consternada por la brutal violación y asesinato de Sara Ann Otten, una estudiante de enfermería de la Universidad de Iowa, Mendieta se untó con sangre y se ató a una mesa, invitando a la audiencia a dar testimonio. A lo largo de su carrera trabajó en Estados Unidos, Cuba, México e Italia.
La artista utilizaba su cuerpo para crear un corpus extensivo de trabajo que era ejecutado sobre la naturaleza: de carácter performático, rico en procesos y multifacético en contenido. Su trabajo tuvo una base consistente en fuentes tan diversas como su autobiografía, mitos transculturales, temas católicos, arte occidental y no occidental, arqueología y temas de la vida cotidiana.
Su arte ha contribuido significativamente a la historia del arte de su época, donde el performance era un elemento primordial dentro de las prácticas artísticas.
Mendieta sintetizó sus ideas sobre arte sugiriendo que las definiciones convencionales sobre arte se esta redefiniendo, que el arte no necesariamente estaba limitado a la producción de un objeto estático, pero que podía ser percibido como una experiencia en sí misma.
Un referente nacido en el siglo pasado, que visualizó los problemas heredados de una sociedad heteropatriarcal y dedicó su vida –que irónica y trágicamenet fue arrebatada por un hombre– a denunciar y luchar contra ello.