Los expertos en música dicen que así como Elvis Presley y The Beatles son los padres del rock, Wendy Carlos es la madre biológica de la música electrónica.
A lo anterior vale la pena agregar que se trata de una mujer trans, por lo que su historia resulta sumamente inspiradora. Entre los datos más importantes de esta compositora nacida en Rhode Island en 1939 se encuentran que aprendió a tocar el piano desde los 6 años y que tomó clases con los pioneros del sintetizador.
Wendy ha usado el sintetizador en todos sus discos, incluidas sus versiones de Bach y Vivaldi. Pero su obra más famosa es, sin duda, la música que hizo para dos películas de Stanley Kubrick, El resplandor y La naranja mecánica. Otra de sus aficiones es tomar fotografías de eclipses, por lo que cuenta con una enorme colección de fotos sobre ese tema.
Cuando comenzó sus estudios, era un niño talentosísimo. Ganó premios y becas no solo relacionados con la música, sino con la ciencia. Entonces, era Walter Carlos y sus aficiones tenían mucho que ver con la computación.
Es muy importante considerar que hablamos de finales de los años 40, cuando trabajar con sonidos electrónicos resultaba de lo más vanguardista y extravagante. Tener una computadora en casa era casi un tema de la ciencia ficción. No obstante, Walter pudo tener una computadora casera.
Desde entonces se rodeó de unos sonidos que nadie había escuchado, los que provenían de las computadoras. Más adelante, estudió física y música, y obtuvo la maestría en composición en la Universidad de Columbia, en donde se encontraba el primer centro de música electrónica de Estados Unidos.
Una vez que acabó sus estudios, se hizo amigo y uno de los más asiduos clientes de Robert Moog, creador de los sintetizadores. En aquel momento Walter era un joven delgado y muy serio, con unas patillas largas y una sonrisa muy grande. Se vestía con mucha elegancia y sobriedad, y estaba entregado por completo a la música.
En la década de 1960 conoció a Rachel Elkind, quien fue su colaboradora por muchos años. En 1968, grabó su disco con la música de Bach, pero con sintetizador.
Se dice que este disco -que ganó tres premios Grammy- fue el que hizo que la gente tuviera conciencia de este instrumento. Pero, seguramente, quien más se entusiasmó por el disco fue un director de cine absolutamente vanguardista, Stanley Kubrick, quien buscó a Carlos y le explicó su nueva cinta, basada en la novela de Anthony Burguess, que trataba de la rebeldía, de un futuro sin esperanzas, pero, sobre todo, del joven Alex, un personaje que mira el mundo con una frialdad espeluznante.
El inicio de La naranja mecánica es impactante, la primera escena muestra a Alex (Malcolm McDowell) mirando hacia la cámara fijamente, mientras se escucha una adaptación en sintetizador de Música para el funeral de la Reina Mary, de Henry Purcell.
Fue precisamente en esa época en la que Walter tomó una decisión crucial, sumamente arriesgada y controvertida. En 1972, inició un proceso médico y psicológico para cambiar de sexo. Decidió comenzó a usar el nombre de Wendy Carlos.
A lo largo de los años, Wendy ha protegido con mucha valentía su intimidad. Se mantiene firme respecto a esto y lo único que busca compartir con el mundo es su talento.
Y precisamente por esto, en 1978, Kubrick volvió a buscar a Carlos, quien ahora ya era Wendy, y cada vez era más admirada por su música. Le pidió que colaborara con él en su nueva cinta, El resplandor.
Resultó una colaboración tan estupenda que, hasta hoy, la música de esa cinta es considerada una de las mejores de la historia.
Ya para entonces Wendy Carlos era una de las compositoras clásicas más admiradas. Ahora Wendy cuenta con 82 años y vive entre sus gatos y sus sintetizadores, componiendo música y viajando para retratar los eclipses más bellos.