Warren Zevon fue cantante, compositor y uno de los grandes talentos más infravalorados de la música moderna. Pero al igual que su gran don, cualquier persona cercana a él rápidamente podría decir que también fue un dolor de cabeza.
A veces intimidante, autodestructivo y distante, pero también brillante, expresivo y con una narrativa que encantó e inspiró a compositores como Jackson Browne, Bruce Springsteen, Tom Petty y T Bone Burnett, Warren fue una persona con muchísimo carisma, pero cuando no quería que la gente se le acercara, tenía el carisma invertido, recuerda su ex esposa Crystal Zevon.
Fuente: El País
Como padre, estuvo en gran parte alejado hasta que su hijo y su hija fueron adultos, porque aunque componía como pocos en su escena contemporánea, no contaba con el lenguaje para tratar con sus propios niños. Y cuando bebía, para sumar a su lado oscuro, era una persona errática, violenta, emocionalmente ausente e inestable.
Aunque ese es el Zevon que se convirtió en la leyenda de culto, estas contradicciones y lados opuestos continúan sin revelar por completo al hombre, lo cual vuelve todavía más difícil explicar por qué sus fans y amigos lo amaban tanto, y aún lo hacen tan profundamente.
Nacido en Chicago el 24 de enero de 1947, la madre de Zevon, Beverly, provenía de una agradable familia mormona, mientras su padre, Willie "Stumpy" Zevon, era un inmigrante judío de Rusia que encontró trabajo como corredor de apuestas relacionado con el notorio gángster de Los Ángeles, Mickey Cohen.
Con una infancia complicada que iba y venía entre las peleas de sus padres, Warren Zevon descubrió su vocación a lado de su lenguaje retador y capacidad de cuentista agudo que volvió su música tan alfabetizada y basada en la narración, lo que complica su comparación con otros artistas.
A la edad de 13 años, Zevon visitaba ocasionalmente la casa de Igor Stravinsky, donde estudió brevemente música clásica moderna junto a Robert Craft. Tres años después, sus padres se divorciaron y él dejó la escuela secundaria para mudarse de Los Ángeles a la ciudad de Nueva York y así convertirse en cantante de folk.
Volcado ya en una carrera musical, formó un dúo musical con su amiga de la escuela secundaria, Violet Santangelo, mientras Bones Howe produjo su primer sencillo, un éxito menor Follow Me, que significó el primer escrito de Zevon, uno que alcanzó el puesto 65 en las listas de éxitos de Billboard en abril de 1966.
Sonando como una mezcla entre The Monkees y Neil Young, artistas que vendrían más adelante, ontinuó trabajando componiendo para otras bandas como The Turtles sin notorios reconocimientos, pero sin saberlo, dejando las bases para lo que sería el sonido de las décadas de 1970, 1980 y 1990.
Tras años de intentar despegar su carrera, sin éxito para el mismo Zevon, buscó formas de mantenerse, así que por un tiempo la hizo de músico de sesión y compositor de jingles, creando para películas y sus compañeros bajo el sello White Whale.
Al final, y con apoyo de sus amigos, llegó su primer intento de un álbum en solitario en 1969 con Wanted Dead or Alive, pero casi no recibió atención y tampoco se vendió bien, lo cual definiría un sentimiento de desencanto con su propia carrera para el resto de sus años.
Warren entonces se mudó a España por unos años y regresaría a Los Ángeles en septiembre de 1975. En esta etapa se hizo amigo de Stevie Knicks y Lindsey Buckingham, que en ese momento habían ganado fama como miembros de Fleetwood Mac, quienes a su vez le presentaron a Jackson Browne, quien ayudaría al cantante tanto con su vida turbulenta, adicciones y la elaboración de su música.
Jackson ayudó a producir su segundo lanzamienot, Warren Zevon, de 1976, y luego Excitable Boy en 1978, que finalmente recibieron la aclamación de la crítica y la audiencia, comprobando a Warren que su música era capaz de proyección nacional. Pero sin darse cuenta, realmente estaba logrando mucho más.
Zevon se convirtió en uno de los músicos y compositores más admirados de Los Ángeles, pero con el éxito aumentaron los demonios, y constantemente estuvo envuelto en sus propuas contradicciones emocionales y los vacíos que más resonaban en casa, donde lo esperaba una familia completa.
Con los vicios, el talentoso músico quemaría casi todos sus puentes. La música eventualmente lo llevó al retiro en Filadelfia a principios de la década de 1980, no obstante, un fin de semana devastdor se prolongaría durante varios años y el cantante cayó en la espiral que marcaría sus siguientes trabajos: reflexivos y dolorosos, llena de deseos y la cruda crítica con la que siempre pensó.
Nunca dejó de trabajar pero tampoco dejó de estar atormentado. Saltó de un rebelde iconoclasta a un turbulento proselitista, pero nunca perdiendo una honestidad vigorizante que lo continúa colocando fuera de las casillas aceptablemente "sensibles" de los artistas de su tipo.
Tanto en su etapa de un favorito de culto codeándose con los gigantes comerciales, a la de su vida personal como en el "vida" tras su muerte, Warren estaba en búsqueda de algo que nunca sabremos si encontró. Dicha cualidad redentora lo hicieron escribir sobre personas profundamente imperfectas que se encaminaban hacia resoluciones inciertas, con una posibilidad dudosa de lograr una trascendencia mayor.
Los personajes de su música, como él, eran dueños de sus pecados sin poder reconciliarlos.
Es complicado olvidar que este virtuoso también fue una persona adicta y autodestructiva, pero en última instancia, es un artista que regala a su público la posibilidad de rechazar, condenar o contextualizar su historia personal y musical bajo sus propios términos, porque al final realmente tampoco le importaría demasiado nuestra opinión.
Lo cierto es que tanto en la vida como en el arte, las cicatrices y las imperfecciones que todos llevamos en el alma son nuestra cualidad más fascinante porque sirven como ciemiento, y para el afligido músico, ese dolor era lo que más lo atrapaba, empezando por los propios, y a eso se dedica su música.
Escuchar sus canciones es recordar que lo bueno y lo malo conviven todo el tiempo dentro de nosotros en medio de gestos idealistas que chocan con las decepciones diarias.
Al final, amar a Warren Zevon sigue siendo una búsqueda solitaria, o bien, un interés que uno elige perseguir solo, porque sus canciones reconocen algo verdadero y profundo dentro de tu corazón que no te sentirías cómodo compartiendo con la mayoría de la gente.
Se ha ido por más de 18 años, y aunque su vida y su carrera continúan siendo una de las cosas más difíciles de entender, lo innegable es que oímos a un artista auténtico, real y tan talentoso como perseguido y destructivo.
La mejor canción de un artista nunca puede ser tu canción favorita, porque la mejor canción le pertenece a todos, mientras que la canción favorita solo te pertenece a ti, y en cuanto a Warren, el título preferido de uno puede ser el que más te comunica sobre el legendario rockero que se envuelve tanto en un enigma, que a veces parece que ni siquiera existió.
Bob Dylan, quien hizo su carrera a lado de Warren, dijo de él:
Sus patrones musicales están por todas partes, probablemente porque tiene una formación clásica. Puede haber tres canciones separadas dentro de una canción de Zevon, pero todas están conectadas sin esfuerzo. Zevon era un músico de músicos, uno torturado. Desperados Under the Eaves. Todo está ahí.