Georges Perec o cómo hacer de la literatura un juego alucinante

03 de Marzo de 2021 a las 09:48 hrs.
Georges Perec o cómo hacer de la literatura un juego alucinante. FOTO: Wikimedia Commons
Georges Perec o cómo hacer de la literatura un juego alucinante. FOTO: Wikimedia Commons

 

“Con el placer de un coleccionista, Perec nos mostró que la literatura también es juego y que detrás del telón de la cotidianidad se encuentra la poesía de lo anodino”, escribió el escritor costarricense, Carlos Fonseca, acerca del fenómeno literario en el que se convirtió el autor francés.

Nacido en París el 7 de marzo de 1936, Gerges Perec creció en un hogar de familiares ausentes: su padre murió en combate durante la Segunda Guerra Mundial, y su mamá, su hermana y sus abuelos paternos fueron presas del Holocausto; no obstante, tuvo el respaldo de sus tíos y una abuela, quienes lo acogieron en su hogar.

En la actualidad es considerado uno de los escritores más prolíficos por su talento para describir el espacio y lo lúdico, y es conocido por ser un malabarista del lenguaje capaz de escribir una obra con poco más de 300 páginas con palabras que prescinden de la e, la letra más utilizada en el idioma francés: La Desaparición (1969).

Crucigramista, autor del palíndromo más largo de la lengua francesa, amante de los juegos de palabras y la pintura, Perec fue miembro del grupo secreto OuLiPo –acrónimo de Ouvroir de Littérature Potentielle (Taller de literatura otencial) –, grupo de experimentación literaria de los 60 conformado por escritores y matemáticos franceses.

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Conmocionado por los finales repentinos y el dolor de las pérdidas, la personalidad del escritor se enraizó en el humor y el temor al tiempo, símbolos de duelo que lo acompañaron en su escritura desde que se sumergió en las letras y hasta el final de sus días.

Publicó su primera crítica literaria a los 19 años en la revista La Nouvelle Revue Française, lo que dio pauta a colaborar con ensayos y reseñas en publicaciones como Les Lettres Nouvelles, Partisans y Cause commune, entre otras.

Lector voraz, entre sus autores de cabecera se encuentran Kafka, Julio Verne, Queneu, Iris Murdoch, Raymond Queneau, Scott Fitzgerad, Valéry Larbaud, Flaubert, James Joyce, y Thomas Mann, mismos que escribieron los finales más conmocionantes para Georges Perec.

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Debutó como novelista con Las cosas: Una historia de los años sesenta (1965), y de su trayectoria destacan Un hombre que duerme (1967), La cámara oscura: 124 sueños (1973), W o el recuerdo de la infancia (1975), El gabinete de un aficionado (1979), y La vida instrucciones de uso (1988), su obra más preciada.

Representante de la llamada Nouveau roman –estilo literario plagado de modernidad y basado en la experimentación–, su sello destaca por realzar los momentos de diversión, juego y alegría mientras desarrolla una atmósfera de nostalgia y atención a los detalles.

Consagrado como un autor excepcional que encontró en la literatura una compañera etérea, un canal de comunicación y de desfogue, Georges Perec falleció el 3 de marzo de 1982 en Ivry-sur Seine, a los 45 años.

Fragmento de Un hombre que duerme

Esta es tu vida. Esto es lo que tienes. Puedes hacer el inventario exacto de tu escasa fortuna, el balance preciso de tu primer cuarto de siglo. Tienes veinticinco años y veintinueve dientes, tres camisas y ocho calcetines, algunos libros que ya no lees, algunos discos que ya no escuchas. No tienes ganas de acordarte de nada, ni de tu familia, ni de tus estudios, ni de tus amores, ni de tus amigos, ni de tus vacaciones, ni de tus proyectos.

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