Gaspar Noé ha convertido en una leyenda cinematográfica a partir de provocaciones visuales tan severas que el nombre del director francés se ha convertido por sí solo en una metonimia de un género cinematográfico.
La hiperviolencia, la cinematografía implacablemente innovadora, las narrativas simples y la música tecno palpitante se combinan en películas que funcionan como alucinaciones incoherentes.
En esencia, el nativo francés nacido en Argentina ha estado perturbando el cine y polarizando opiniones desde su debut en 1998, I Stand Alone.
Ambientada en Francia, sigue a un personaje conocido solo como The Butcher (Philippe Nahon), un ex convicto y ex carnicero de mediana edad plagado de pensamientos racistas, misóginos y homofóbicos y un temperamento violento.
A través de una tormenta interminable de monólogos alimentados por el odio, el espectador queda encerrado dentro de la cabeza de The Butcher durante tres días cruciales antes de llegar al clímax en la escena más infame de la película.
Noé regresó en 2002 con Irreversible, el drama de venganza de violación de casa de arte contado al revés. Con sus potentes actuaciones, su vertiginoso trabajo de cámara y su extrema violencia sexual, consolidó su reputación como uno de los artistas más impactantes del cine moderno.
Su obra magna, sin embargo, es sin duda la ópera sobre drogas de 2009, Enter The Void: un recorrido psicodélico de la vida después de la muerte, visto completamente desde el punto de vista de un joven traficante de drogas y adicto estadounidense que vive en Tokio con su hermana stripper.
Rodada en el distrito sexual de Tokio controlado por la Yakuza, dejó asombrado incluso a Harmony Korine cuando vino a visitar a Noé durante la filmación. "Nunca había visto un set como este antes", dijo.
En 2015, le siguió LOVE, un melodrama semiautobiográfico sexualmente explícito sobre un niño, una niña y otra niña, todos filmados en 3D. Es incómoda por lo elemental de su erotismo; la película transcurre en una penumbra constante, aun en los momentos de felicidad, con una especie de fatalismo que no abandona la acción. Es difícil pero podría decirse que es Gaspar Noé en su máximo esplendor.
No obstante, a pesar de todos estos trabajos, Climax, su obra más reciente, es quizás la mejor película de Noé hasta la fecha. Ambientado completamente en un edificio escolar vacío en París y filmado en 15 días, Climax ve a una variedad de bailarines perder la cabeza en el transcurso de la película después de ingerir una sangría misteriosamente enriquecida.
Fiel a su estilo, Noé rastrea lentamente su viaje hacia un infierno inducido por las drogas de paranoia alucinatoria, ataques de pánico, violencia y anarquía.
Con su uso característico de técnicas de cámara visualmente deslumbrantes y un sonido punzante, a través de su compositor favorito, Thomas Bangalter de Daft Punk, Noé ha empujado repetidamente los límites del cine y la censura.
En esta, como en casi todas las funciones, explora la belleza, la oscuridad y la fragilidad de la vida a través de las relaciones, el sexo, la violencia, las drogas y los estados alterados, todo inundado de luces estroboscópicas y tonos naranjas.
Todos han sido advertidos de que Noé es conocido por ser difícil de precisar, pero si eres un apasionado del cine, trata de entender y ver la obra de Gaspar, quien definitivamente es uno de los directores más emocionantes y jodidos que existen en el cine moderno.